Ha pasado ya una semana, la pasión merma, es el momento de hablar.

Desfagamos el entuerto: la ministra Irene Montero sí defendió la pederastia. No lo pretendía como tal, claro, pero tampoco su poquedad intelectual puede ser consciente de que la pedofilia constituye una de las desembocaduras lógicas de su majadería antropológica, su desquiciada concepción sexual y su chiflada doctrina feminista. 

El problema de Irene Montero, y sobre el que ha acudido en su defensa toda la progresía, e incluso el secretario de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, en una de sus aclaraciones menos afortunadas y menos claras, es que dado que doña Irene habla como una verdulera, con velocidad de ametralladora y con una sucesión de frases subordinadas que convierten su discurso en ininteligible, hay que transcribir sus ideas para ponderar hasta dónde llega su mentecatez. 

Ahí va la disertación completita de la señora ministra en el Congreso de los Diputados: "Todos los niños, las niñas, les niñes de este país tienen derecho a conocer su propio cuerpo, a saber que ningún adulto puede tocar su cuerpo si ellos no lo quieren y que eso es una forma de violencia. Tienen derecho a conocer que pueden amar o tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas, eso sí, en el consentimiento. Y esos son derechos que tienen reconocidos y que a ustedes no les gustan".

Repetimos: "Tienen derecho a conocer que pueden amar o tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas, eso sí, en el consentimiento".

La palabra clave es discernimiento, esa antigua virtud escolástica tan olvidada. Un adolescente, no digamos un niño, no puede discernir si desea acostarse con un adulto. Y seguro que si lo hace se arrepiente, e incluso quede resultar traumatizado (no así por suspender matemáticas, como piensan los progres)

Ergo, Montero no sólo defendió la pederastia sino que, ademán, mintió. Porque fue un día después cuando pidió la dimisión de García-Gallardo, el vicepresidente de Vox de Castilla León.

Ella sí dijo lo que dijo pero Gallardo no dijo que la asesinada por su pareja fuera una privilegiada. Lo que dijo es que los hijos de un hombre asesinado o maltratado por su esposa merecen la misma ayuda que los de una mujer maltratada o asesinada por su esposo. O sea, que la igualdad consiste en otorgar al varón los mismos derechos que a la mujer... y viceversa.

La manipuladora es Montero, el manipulado es Gallardo, no al revés. Irene: no sólo dices barbaridades sino que además, eras una mentirosa.

Pero no lo olviden: cuando el Nuevo Orden Mundial ya no pueda utilizar a la pederastia contra su enemigo, la Iglesia de Cristo, lanzará su campaña para legalizar la pederastia... porque los niños, las niñas y les niñes, tienen derecho a acostarse con quien les de la gana. 

Al tiempo.