Para mantener el principio de acuerdo del G-20, que las empresas paguen al menos un 15% de impuesto de sociedades, ha quedado en vía muerta la tasa Google. Al menos, Europa, tan incapaz de abanderar una posición, como siempre, ha dejado la tasa Google aparcada.

El acuerdo fiscal del G-20 quiere generalizar el impuesto sobre el beneficio. Es decir, que al menos paguen un 15%. No me parece ni bien ni mal, lo que me parece es que eso no evita que las multinacionales sigan instalándose en donde menos impuestos pagan… aunque no tenga nada que ver con dónde obtienen sus ingresos.

Y es que toda la polémica, que es global, sobre la fiscalidad se centra ahora en el impuesto de sociedades que pagan las multinacionales. Lógico, porque la globalización ha tenido muchas consecuencias extrañas y una clarísima: la proliferación de paraísos fiscales legales. Ejemplo, en la mismísima Unión Europea, tenemos a Holanda y Luxemburgo, dos fábricas de dinero gris pero, eso sí, muy dignos, muy legales. Dos países progresistas, defensores de los ‘valores europeos’, el primero de los cuales, al parecer, consiste en el fraude fiscal aunque perfectamente legal.

En resumen: amigo ministro de Hacienda: Grava los ingresos empresariales, no el beneficio… estúpido. ¿No te das cuenta que, de otra manera, por mucho que homologues el impuesto de sociedades entre los distintos fiscos las grandes empresas seguirán tomándote el pelo?

Además, la globalización nos ha traído paraísos fiscales muy dignos y muy legales. Por ejemplo, Holanda y Luxemburgo. Gente educada, no como Gran Caimán o Belice.

¿Gravamos el beneficios o las ventas? Porque no es lo mismo. Cameron lo vio claro y amenazó a las GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) con empezar a gravarles no según sus beneficios en el Reino Unido sino según sus ventas en el Reino Unido. Vamos, que les calcularía el beneficio y pagarían impuestos según ese cálculo. Cameron pensaba en convertir el impuesto de sociedades en IVA (a sumar, se entiende, no a sustituir Sociedades por IVA). Esa sí era una buena idea. Difícil de instrumentar pero justa, porque una empresa gana dinero donde vende y es justo que devuelva parte del beneficio… allí donde vende.

Mucho mejor esto que el acuerdo sobre el G-20, que suena muy igualitario y resulta, como casi todo lo igualitario, injusto y, generalmente, tramposo.