Dos casos de violencia extrema, aunque no similares: la del hombre de origen marroquí que asesinó a su esposa en presencia de sus tres hijos pequeños en Tarancón y la del jugador de Celta de Vigo condenado por abuso sexual a una menor (abuso, no violación). Los dos presuntos delitos (el del futbolista, ya no presunto) son tratados de muy distinta forma.

En el caso del presunto homicida de origen marroquí se oculta su origen, quizás porque, para las feministas, el machismo es cosa de cristianos, que son malísimos, no de los musulmanes, que tratan a sus mujeres con muchísimo respeto. 

Recuerden que durante la presentación del informe anual sobre violencia de género, la delegada del Gobierno, la podemita ex jueza Victoria Rosell, aseguró que había que acabar con el tópico de que los inmigrantes extranjeros eran más maltratadores que los españoles. 

Por contra, en el caso del futbolista del Celta se nos ofrece el nombre, identidad y todo tipo de detalles sobre su vida personal y profesional. Por supuesto, con el rostro, bien visible. 

Y si miran ustedes los pormenores de uno y otro delito, convendrán en que, por muy deplorable que haya sido el comportamiento de Santi Mina -que lo es-no tiene comparación con el delito del marroquí asesino. Pero en los medios tratamos mejor al segundo que al primero.

En cualquier caso, los periodistas deberíamos reparar en hasta dónde nos influyen los tópicos, especialmente los tópicos de género, que adquieren tintes inmovilizantes.

Como muestra un botón: 'Espejo Público'. Doña Susanna Griso acostumbra a hacer esto que ven en el tuit, a continuación. Si es un español, identificación plena. Si es un foráneo, se le oculta pudorosamente el rostro, no vaya a ser que se convierta en víctima de cualquier xenófobo desalmado.