El 50% del petróleo no se utiliza en el transporte, sino en la química. Además, la cultura del plástico regresa: nos dice que el plástico es nuestro amigo y que su menor peso, o ejemplo en el sector del automóvil, reduce la cantidad de energía a consumir. 

De elemento odiado por los tópicos del ecologista a elemento sobrevalorado, como sustituto del metal por ser menos pesado. 

No estamos ante una crisis financiera: estamos a la puerta de una crisis de penuria. También hay penuria de chips y de otros elementos claves del engranaje

Más ejemplos: 

Asistimos a la estafa ecologista, cada vez más palpable. Y como consecuencia del talibanismo verde, ahora resulta que tenemos problemas con el precio de la luz pero seguimos hablando de sostenibilidad, de cumplir los requisitos del cambio climático y de no se sabe cuántas cosas más. 

Concretando: la crisis energética que viene debería llevarnos a concluir, cuanto antes mejor, que no podemos prescindir de la energía nuclear, ni del petróleo, ni del carbón… no podemos prescindir de nada.

Y es que no estamos ante una crisis financiera: estamos a la puerta de una crisis de penuria. Y cuidado, no sólo penuria de energía. También hay escasez de chips y de otros elementos claves del engranaje económico industrial y digital. 

No podemos olvidar que las crisis de carestía son peores que las crisis de sobreabundancia. No sólo es que suban los precios del petróleo y el gas: es que falta gas y falta petróleo.

Y tampoco podemos olvidar que la reducción y carestía de la energía puede provocar una crisis alimentaria. Si el coste energético de la producción de alimentos se dispara, ocurrirá como con la tarifa de la luz: aumentará el precio de los alimentos sin que aumente la producción de los mismos.

Y cuidado, porque la reducción y carestía  de la energía puede provocar una crisis alimentaria

A lo mejor la próxima generación, enfrentada a una crisis de penurias, mucho peor que la crisis de sobreabundancia, cae en la cuenta de la gigantesca estafa ecologista a la que se ha sido sometida a la humanidad durante el primer cuarto del siglo XXI.