Ya lo hizo con el cadáver de Franco, ante el que obtuvo una resonante victoria. Ahora, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, se ensaña con el Pazo de Meirás, devuelto al Estado en un “día histórico”. Para el sanchismo, todos sus días son históricos.

A partir de ahora, no me cabe ninguna duda de que el dichoso Pazo, que nunca he visitado ni sentido interés por ello, acabará en estado ruinoso, como toda dependencia pública.

Juzgar el Régimen de Franco con criterios de 2020 es como juzgar al PSOE con los criterios del socialismo real del amigo Stalin. Incluso con las teorías de doña Rosa Luxemburgo y otros moderados socialdemócratas alemanes.

A veces, los sanchistas me recuerdan la respuesta de Donald Trump a los insultos de Michelle Obama: “No olvides que si yo estoy en la Casa Blanca es gracias a lo mal que lo hizo tu esposo”.

Porque -la gran verdad que la izquierda se niega a aceptar-  si Franco llegó al poder es porque socialistas, comunistas y anarquistas, la izquierda de 1931, se comportaron como auténticos cafres con quienes no pensaba como ellos, especialmente con los católicos.  

A ver si nos entendemos: si la II República hubiera dejado en paz a los cristianos, si no hubiese asesinado a los católicos por el hecho de ser católicos. Franco nunca hubiera ganado la guerra ni habría tomado posesión del Pazo de Meirás.

Por lo demás, lo de Carmen Calvo sólo es pisarle el rabo al león después de muerto, algo no muy propio de los más valientes. La progresía española siempre está en guerra con los nietos de sus enemigos.