• El año arranca con un boom de emisiones de bonos, pero habrá que estar atento al coste.
  • Sobre todo a la luz del lastre que ha supuesto el apalacamiento para las empresas, en la retina.
  • Y menos mal que Montoro promete reducir una "deuda pública histórica" para fortalecer el PIB.
  • A ver si se pone las pilas: tiene al lado a Guindos, que sólo habla de crecimiento.
Empresas y bancos se han puesto a lanzar emisiones de bonos en una especie de boom de arranque de año. Por supuesto, se han adelantado en el calendario al año pasado. Está claro, en rasgos generales, que unos y otros están aprovechando las circunstancias del mercado para financiarse a tipos de interés más bajos. Pero en esto, como en casi todo, es obligado matizar. La última emisión ha corrido a cargo de Gas Natural Fenosa (1.000 millones con un cupón al 1,35%), que se suma a la de abril de 2016 (600 millones). En los dos casos las razones son las mismas: optimizar la estructura financiera, todo un señuelo. Pero GNF es la última de una estela portentosa previa, que incluye a Telefónica (1.750 millones), el Santander (1.250 millones), Caixabank, BBVA… Esas operaciones, en general, se justifican para sus protagonistas en la oportunidad de oro que ven para salir a los mercados de capitales, en los que se logra una financiación a menor coste que la que se tendría que pagar a los bancos. Se abre la ventana de liquidez y se mejoran los plazos. Pero siempre será distinto emitir bonos para refinanciar la deuda en mejores condiciones que engordar el apalacamiento. Se avistan momentos de mejores perspectivas, pero no debería olvidarse nunca por lo que ha supuesto en el pasado. A nadie se le escapa el caso de Abengoa, todavía en la retina, que acabó con el sueño de los Benjumea precisamente por eso: su abultada deuda, o lo que ha sucedido en los años de crisis con los grandes de la construcción o infraestrucuturas, que lo han pasado de a kilo. Por eso, ese cálculo es siempre necesario: implica un riesgo cierto para minar la actividad de las compañías. Y por ahí va la teoría economía, que apunta, en cualquier caso, a las dos caras de la moneda: una buena, para crecer, y otra mala, cuando el coste que supondrá es menor al rendimiento. Con la deuda pública pasa lo mismo. Está por encima del billón de euros y superara el 100% del PIB. O será, es un lastre en toda regla. Menos mal que Montoro, este jueves, se ha comprometido a rebajar esa "deuda histórica". Montoro ha dicho, en concreto, que "el sector público español mantiene la deuda más alta de su historia y hay que reducirla para poder fortalecer el crecimiento económico del país". Pues bien, a ver si se pone la pilas porque tiene un colega a su lado, el ministro de Guindos, que se le hincha el pecho cada vez que habla de crecimiento, olvidando la losa que supone para próximas generaciones. Rafael Esparza