• En la muerte de Asiaín, el banquero hubiera sido feliz al frente del Servicio de Estudios.
  • Lo que le divertía al presidente del Banco de Bilbao no era gestionar sino disertar.
  • El inició las fusiones bancarias. ¿Y eso es bueno?
Ha muerto José Ángel Sánchez-Asiaín (en la imagen) y lo primero que se me vino a la memoria fue su conversación con el entonces gobernador del Banco de España, Mariano Rubio.Estábamos en plena transición cuando el Gobierno andaba obsesionado (¿o lo sigue estando?) con la inflación y repetía, apoyado por el Banco de España, lo de la moderación salarial, en un país que ya entonces era de salarios bajos.Y entonces va el boletín del Servicio de Estudios del Banco Bilbao y dice que no, que ya está bien, que los salarios son muy moderados y que no son, ni de lejos, los principales causantes de la ampliación.Tardó poco Rubio en coger el teléfono y abroncar a Asiaín por su inoportunidad. A lo que el presidente del BB respondió:-Pero, gobernador: es que lo de que decimos es verdad.Ante lo que un Rubio enervado, respondió:-¿Y a quién le importa que sea verdad?Pues eso. Al parecer, a Sánchez-Asiaín sí le importaba que fuera verdad.Era un buen hombre, honrado en sus planteamientos y capaz de entusiasmarse con su actividad.Ahora bien, yo no creo que Sánchez-Asiaín fuera el modernizador de la banca española. Inició las fusiones, sí, con el Vizcaya de Pedro Toledo, pero es que las fusiones no han dado lugar a una banca mejor sino a un oligopolio bancario, es decir, a una banca peor.Tengo para mí que su ilusión no era ser presidente, sino jefe del Servicio de Estudios, porque lo que le divertía a Sánchez-Asiaín no era gestionar, sino disertar. Al disertador le gusta la verdad, al gestor le gusta el beneficio. No tienen por qué ir de la mano.Y era, también, un plebeyo vasco, no un patricio de Neguri. A lo mejor eso también tuvo su importancia.Eulogio Lópezeulogio@hispanidad.com