- Las carcajadas de Dios han debido atronar el universo.
- En cualquier caso: a mí no se me ocurriría una teología tan profunda y tan tangible.
Cuatro años recién cumplidos tiene uno de mis nietos. Días atrás su madre le lleva a una iglesia en la que había expuesto un
Cristo yacente. El
niño se fija en la imagen y al final, optó por despedirse de esta guisa:
-Bueno, espero que te mejores.
Sospecho que las
carcajadas de Dios han atronado el universo.
En un mundo avieso, nos queda la
inocencia infantil: no la destrocemos.
Una manera de destrozar esa inocencia, que no es ingenuidad, es evitar cualquier contacto de las criaturas con su Creador y Criador.
Crear y criar es lo mismo, que conste, pero le añado la cópula para remarcar el concepto.
La moda es decir que los niños no deben tener contacto alguno ni con la
religión ni con la
liturgia ni con la
imaginería. Ellos decidirán cuando sean mayores, que es lo mismo que decir que hay que alejar a los niños de todo contacto con la
comida para que ellos decidan de mayores si quieren comer o morirse de hambre. O de todo contacto con la
educación, para que ellos decidan, cuando posean uso de razón, si quieren ir o no al colegio.
No olvidemos que el Maligno odia, algo más que ninguna otra cosa, la inocencia de los niños. Todo el
satanismo enarbola dos banderas: la cosificación de la mujer y el odio al niño.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com