Marlaska y Madrigal
Pese a las críticas, cada vez más numerosas -afortunadamente- el ministro Fernando Grande-Marlaska, uno de nuestros peores ciudadanos, prosigue su ataque, con dinero de todos, contra la libertad de todos.
Marlaska está persiguiendo la libertad se expresión y de prensa, dentro de ese capítulo general que podríamos titular el liberticidio del Coronavirus. O mejor, hacia el totalitarismo, con la excusa del Covid-19.
De entrada: a la policía dale medios pero no le des poder. Insisto: la prepotencia y chulería de policías nacionales, guardias civiles, policías autonómicos y municipales, va en aumento. Y recuerden: si de libertad de expresión hablamos, la única esperanza del español de ahora mismo, son las redes sociales y las pymes mediáticas, es decir, los pequeños medios de internet.
No, no los grandes medios. Recuerden que le coronavirus ha servido para otra estafa, para la peligrosa alianza entre Moncloa y los grandes editores. Y así, por ejemplo, resulta que aquel que ose criticar la eficacia del arresto domiciliario decretado en España está alimentando el odio -mucho odio, ¡cuánto odio!- en Internet, y debe ser perseguido, juzgado y condenado.
Si hablamos de libertad de expresión, la única esperanza de los españoles son las redes sociales y las pymes mediáticas
La peligrosa alianza entre Moncloa y los grandes editores continúa vigente. Es decir, que los grandes medios, sobre todo las televisiones, están con el Gobierno y con su emergencia sanitaria: colaboran en la gran farsa.
Y, al mismo tiempo, la persecución a las redes sociales continúa.
El ministro Fernando Grande-Marlaska, uno de nuestros peores ciudadanos, sigue alimentando el ciberpatrullaje: que no nos pase nada.
¿La solución al liberticidio? La de siempre: ejercer la libertad aunque resulte un riesgo. ¿La solución? Seguir hablando con libertad y enfrentarse a la policía en defensa de nuestros de derechos. A fin de cuentas, la arquitectura legal del Pedro Sánchez con su estado de alarma es la de una chabola. Eso sí: como una jurista del prestigio de Consuelo Madrigal, se atreva a ponerlo en solfa con argumentos jurídicos… la llevan a los tribunales.