• Siglo XIX: materialismo; siglo XX: espiritualismo orgulloso: siglo XXI: satanismo.
  • No se engañen: el problema no es el materialismo sino el muy espiritual satanismo.
  • De la misma forma que el problema no es el sexo -ojalá- sino la soberbia.
  • Como decía Belloch: el diablo ha ordenado que los materialistas se retiren.
  • "Se han despertado en nosotros fuerzas espirituales".
  • Eso hasta el siglo XX. En el siglo XXI el relativismo ha sido sustituido por el satanismo: la Bestia quiere ser adorada en lugar de Dios.
  • Y junto a ello, en el plano intelectual, la 'Blasfemia contra el Espíritu santo': lo malo es bueno y lo bueno es malo.
El insigne historiador Hilaire Belloc (1870-1953), primer católico en Westminster desde Enrique VIII, aseguraba, en la preguerra mundial (años 30 del pasado siglo) que "los materialistas no van a recobrar el aliento en estos días". Y aseguraba también que la razón era muy sencilla: "al diablo, en este momento, no le sirven para nada". Aseguraba que los utilizó des mediados del XVIII (la ilustración y otras mamonadillas) hasta terminado el siglo XIX). A partir de ahí "se han despertado en nosotros fuerzas espirituales. "Voluntad para la paz", voluntad para el poder"… y concluía Belloc, "queremos vivir nuestra vida plena y hemos descubierto que uno no puede hacer eso (ni tan siquiera puede poseer voluntad propia) sin un principio viviente, es decir, sin un alma". Lo cual enlaza con su amigo Chesterton, para quien, de cada diez herejías, una era materialista y 9 espiritualistas. En efecto, el siglo XIX fue la cumbre del materialismo, pero el materialismo resulta bastante vulgar, aunque digno de todo respeto y clemencia. Lo malo es el orgullo espiritual, el vicio más nefando del ser humano, como recordaba Clive Lewis (hoy toca Britania). Y el siglo XX ha sido el siglo de ese orgullo. No se engañen: el problema no es el materialismo sino el muy espiritual satanismo. De la misma forma que el problema no es el sexo -ojalá- sino el orgullo espiritual. Pero el siglo XXI puede ser peor. Intelectualmente hemos pasado del relativismo a la blasfemia contra el Espíritu Santo, verdadero signo de nuestro tiempo. Hemos pasado del "nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira" a la blasfemia contra el Espíritu que supone llamar malo a lo bueno y bueno a lo malo. Ya saben, "Cristo es un demonio porque "este echa a los demonios por la virtud del Príncipe de los demonios"". La inversión de conceptos y de principios y, sobre todo, el pensamiento invertido de calificar como santo a lo infernal y de infernal a lo santo. En plata: que la bestia quiere ser adorada. Ya no se conforma con alejar al hombre de lo espiritual (materialismo) o de confundir al personal. Asegura que la verdad es inalcanzable. Ahora quiere más: quiere ser adorado en el lugar en el que Dios ha venido siendo adorado. Y lo de Satanás le cansa muchísimo: ahora pretende volver a ser Luzbel. Que por si alguien lo ignora, significa "Luz Bella". Es un tipo insoportable. Eulogio López eulogio@hispanidad.com