Los católicos no guardamos minutos de silencio por las víctimas de un accidente o por cualquier otra desgracia. Y si lo hacemos es por deferencia a los ateos que nos rodean pero aprovechamos ese minuto para rezar por las víctimas. Y esto por dos razones:

1.- Rezar no es callar ni guardar silencio, orar es hablar… con Dios.
¿Dónde vas Europa? Merkel desea 'fuerza' a los familiares y a los profesionales que colaboran en el rescate
Algunos apelan al espíritu masónico de esos minutos de silencio. Es posible pero, sobre todo, los minutos de silencio, aluden al quietismo oriental, a ese árbol panteísta que tantas hojas podridas ha provocado a lo largo de la historia. Recuerda también a ese progresismo occidental, tan propio de los revolucionarios franceses, quienes, antes de que les rebanaran el cuello, se decían unos a otros: vamos a dormir. Lo cierto es que iban a cualquier cosa menos a dormir.

2.- Los católicos creemos en la vida eterna y en que la muerte es el paso a esa vida eterna. Por eso, la liturgia habla de nuestra hermana la muerte. Nos entristece, claro, la separación, pero bajo la siguiente pauta: "Aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Porque la vida de los que en ti creemos, no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansióneterna en el cielo".

Pero la vieja Europa se descristianiza y, por tanto, solo aspira a ser una colonia de Oriente. Y así, la canciller Merkel (en la imagen junto a Hollande y Rajoy) trasladada a la zona cero, nos habla del recuerdo a las víctimas "sean de Alemania o de cualquier otro país", lo cual es interpretado por los medios papanatas como una muestra insondable de solidaridad europea.

Y Merkel desea 'fuerza' a los equipos de rescate, a los familiares y a los voluntarios. ¿Fuerza? La canciller debía referirse a los midiclorianos, componentes básicos de la fuerza en un caballero Jedi.

Oiga: ni 'la fuerza' existe, sólo la gracia de Dios, ni Merkel, con todo su poder político y económico puede hacer otra cosa que 'desear', no proporcionar, esa presunta fuerza cósmica.

En qué manos anda Europa, Jacinta. Y eso que hablamos de la hija de un pastor protestante.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com