- Y Obama se niega a enviar tropas de tierra a Siria.
- El presidente ruso está deprimido porque se teme lo peor y Obama se enorgullece de sus errores.
En la información de ABC aparece el presidente ruso
Vladímir Putin, con el rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdulaziz Al Saud. Mírenla bien, porque justo en esa reunión (Cumbre del G-20), tal y como explica la crónica, Putin soltó la bomba, aunque con un sesgo de ambigüedad calculada. Vino a decir que la financiación del Estado Islámico "proviene" de unos 40 países, algunos de ellos miembros del G-20.
Ahora bien, Putin no especificó si la tal proveniencia es pública o privada, si la responsabilidad hay que asignarla a los que les compran el petróleo o a quienes financian a los terroristas para que a ellos les dejen en paz y porque siguen odiando a los cristianos.
Entre estos últimos figura como primer sospechoso… Arabia Saudí, a cuyo rey estrecha la mano el señor Putin.
Es cierto que, para hacer la guerra se necesita mucho dinero y es cierto que el petróleo es la moneda de cambio del Daesh. Ahora bien,
para arrebatarles esas ganancias primero hay que arrebatarles los pozos de petróleo. En segundo lugar, hay que evitar que alguien compre y pague ese petróleo.
Ahora bien, la acusación de Putin sigue en pié: al Estado Islámico le financian… ¡miembros del G-20!
Enfrente tenemos a
Barack Obama, al que todos esperábamos ver como el paladín del Occidente libre: que no nos pase nada. Simplemente, aseguró que el envío de tropas terrestres a Siria sería un error. Puede que lo sea, como fue un error el envío de tropas terrestres tanto a Afganistán como a Irak. Ahora bien, el problema de Obama no consiste en que, al revés que su antecesor, haya enviado tropas a Irak. No, el error de Obama consiste en no saber distinguir amigos de enemigos. El más desastroso presidente de los Estados Unidos, un progre de salón, se ha cargado a todos aquellos regímenes (Egipto, Libia y casi lo consigue en Siria) que respetaban la libertad religiosa de los cristianos.
A cambio, en los países donde ha metido la pata, es decir,
donde ha metido su 'primavera árabe' el predio ha terminado en manos de los fanáticos musulmanes, los mismos que han perpetrado la matanza de París.
Y encima, Obama es soberbio y no rectifica. Sigue hablando de un fantasmagórico ejército rebelde, oposición moderada a Bashar Al-Asad, que no es otra cosa que un puñado de títeres bienintencionados que han terminado fagocitados por Al Nusra, la franquicia de Al Qaeda en Siria.
Putin acierta y Obama falla. Putin tiene las ideas claras y Obama las tiene, como buen progresista, confusas, oscurecidas y adosadas a su cerebro. Putin está deprimido porque se teme lo peor y Obama se enorgullece de sus errores. Ahora bien,
tampoco Putin conseguirá salvar a Occidente si Occidente prosigue con su proceso de suicidio, desenraizado de sus orígenes cristianos. Y eso no lo arreglan ni Obama ni Putin en posición de aliados.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com