- Y habrá que defender la Eucaristía, hasta con la propia vida.
- No era blasfemia ni ofensa sino espectáculo, asegura la Fiscalía de Canarias.
- Lo peor: la blasfemia contra Cristo siempre precede a la blasfemia contra el Espíritu.
- ¿Por qué acudir a los tribunales? Porque los que blasfeman no injurian a los cristianos, injurian a Cristo.
- Y hay que evitar que reine la impunidad.
- Si no tienen temor de Dios que teman a la multa o a la cárcel.
- Y Mariano Rajoy calladito. Total, nadie le preguntará por ello.
Tranquilos. Ha dicho
el fiscal que la ganadora del artístico espectáculo del carnaval de Ñas Palmas donde la (¿o él?) 'drag queen' ganador,
que quiere ser profe de religión, hizo una parodia de la redención del género humano llevado a cabo por Cristo en la cruz, además de disfrazarse de Virgen María… no ofendió a nadie. O sea, un
fantoche blasfemo con ganas de ofender no puede ser juzgado por escarnio a los sentimientos de los católicos.
Pues eso: que el fiscal ha dicho que no hay ofensa, ni injuria, que es espectáculo y
libertad de expresión.
Lo cual significa que
habrá más blasfemias y más impunidad. Y que llegará un momento en que tenemos que defender la Eucaristía, el centro de la vida del cristiano y de la Iglesia, con la vida.
Y no esperemos ninguna ayuda de los poderes públicos. No sé si vivimos en una
sociedad postcristiana pero puedo asegurarles que el Estado no es postcristiano sino directamente
cristofóbico. Son tiempos de final de ciclo, uno de los más duros de toda la
historia de la Iglesia.
Y lo que es peor: la blasfemia siempre precede a la blasfemia contra el Espíritu Santo, ese pecado que no se perdonará ni en este mundo ni en el otro. Es decir,
pasamos del mal a la mentira y a la inversión en valores. Blasfemar es insultar a Dios, blasfemar contra el Espíritu Santo es llamar demonio a Dios y dios al demonio.
Y de ahí no se sale.
Ya saben que siempre
distingo entre dos tipos de personas. Los buenos y los malos. Los buenos son los que no ponen demandas ni querellas al prójimo. Pero creo que ante el tsunami de blasfemias que se nos viene encima y
ante una masonería internacional que controla gobiernos, sí es bueno acudir a los tribunales. El perdón, y el desagravio, es mejor ciertamente, pero el problema es que no podemos dejar que reine la impunidad, porque los que blasfeman
no nos están atacando a nosotros, sino a Cristo.
Y
Mariano Rajoy calladito. Total, nadie le preguntará por ello.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com