- Donald Trump no atenta contra la globalización, la ordena… aunque no sé si lo sabe.
- No podemos permitir que circulen los capitales y los productos pero no las personas.
- Con la globalización actual pasaremos del Estado servil al mercado servil y mundial: un infierno.
- Trump puede servir para reordenar el invento.
- Y en cuanto a México, no hace falta quejarse: es mejor responder con la misma moneda.
- En la economía de la sobreproducción, el que más tiene que perder con el proteccionismo es el fuerte.
Empecemos por lo malo de
Donald Trump en materia de globalización. Su obsesión anti-hispana, es decir, la chorrada del muro. Mucho cariño con los ingleses y
mucho insulto a los mexicanos. De todas formas, yo no me alarmaría. ¿Que Donald quiere poner un impuesto a los productos mexicanos?
Haga lo propio México con los productos gringos. Aquí lo que importa es el que se lleva la peor parte y si algo sobre en el mundo son
otros productores a los que comprarles… lo que sea, salvo armas nucleares de largo alcance (bueno, eso también: Corea del Norte te las deja a buen precio).
Y si las firmas estadounidenses de automoción se marchan de México no se preocupen:
prohibido comprar coches de allí. Los fabricantes europeos y japoneses y coreanos
ocuparán su lugar con rapidez. O lo mejor: que México cree sus propias líneas de automoción. ¿No lo han hecho los coreanos?
No, librecambismo no es libertad. Si Donald quiere forjar el arco atlántico con
Reino Unido, lo que creará será un mercado muy pequeño de 400 millones de habitantes. El mercado hispano tiene más gente,
el europeo también.
Y si algún día Europa cierra sus puertas a la inversión de los fondos USA el poder económico de la Casa Blanca, que es Wall Street… y
los fondos, se diluirá.
Recuerden: en la economía de la sobreproducción,
la de la edad moderna, el que más tiene que perder con el proteccionismo es el fuerte.
Ahora bien,
si miramos a toda la humanidad en su conjunto sepan que la parálisis que
Donald Trump ocasionará en el sistema global no es mala: es bonísima.
En el siglo XX ha sido el siglo del
Estado servil. Máximo exponente: China. Una
tiranía repugnante y una gran potencia económica… a costa de explotar a sus trabajadores. Con la globalización, hemos pasado del Estado servil al mercado global servil.
Libre circulación de capitales por todo el planeta, casi libre circulación de productos por todo el planeta pero
no hay libertad de movimientos de los trabajadores, de las personas.
Por tanto, que venga ahora a alguien detener esa barbaridad merece aplauso. Aunque lo haga por otros motivos.
Para entendernos, ¿
por qué creen ustedes que General Motors se instala en México? ¿Porque adora a los trabajadores mexicanos? No,
porque les paga la mitad que a los norteamericanos. Es decir,
mercado global servil. Por tanto, que
Donald Trump detenga esto me parece estupendo. No tiene por qué ser malo ni para Estados Unidos, ni para el resto del mundo…
ni para el conjunto del mundo. Y sobre todo, no tiene por qué ser malo para la justicia social.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com