Hace unos días dos activistas climáticas hicieran su escena tirando sopa de tomate al cuadro de ‘Los girasoles’ de Vincent Van Gogh y pegándose a la pared, pero es sólo una muestra de la ecología estúpida creciente. Ahora se ha puesto de moda que los activistas climáticos se peguen a la pared o al suelo.

Lo han hecho en un pabellón de Volkswagen, eso sí, han pedido calefacción y un cubo para hacer sus necesidades.

Y en paralelo, otros activistas se han pegado al asfalto… y uno ha tirado el tubo de pegamento por una alcantarilla. ¡Qué considerado!

Y por cierto, una de las dos activistas climáticas que tiró sopa de tomate sobre ‘Los girasoles’ de Van Gogh, Phoebe Plummer, reconoce que dicha acción fue “ridícula”, pero la defiende porque “la gente se verá obligada a elegir entre calentarse o comer”. Además, subraya que el cuadro no resultó dañado y pregunta: “¿Vale más el arte que la vida, que la comida o que la justicia?”.