El problema de la vivienda no tiene una causa, sino dos. Sobre la primera no nos hemos puesto de acuerdo. Sobre la segunda ni tan siquiera nos lo hemos planteado.

Faltan viviendas y sube el precio de la vivienda porque no hemos construido viviendas de protección oficial o de precio tasado, que viene a ser lo mismo, y porque hemos puesto todas las pegas del mundo a los promotores de viviendas privadas. 

La segunda razón es la crisis de la familia. De la familia natural, un hombre con una mujer y abiertos a la procreación, porque la única familia que existe es esa, que no es la tradicional, sino la familia natural. Piensen en esto; toda separación o divorcio conlleva que la necesidad de pisos se ha multiplicado por dos y si tiran de ese nudo llegarán a la conclusión de que no hay vivienda para todos y de que en esa degeneración moral radica el origen del actual círculo vicioso: en una generación hemos descendido dos escalones: hemos pasado de aspirar a una vivienda en propiedad a aspirar a un alquiler, y de aspirar del alquiler de una vivienda a aspirar a una habitación con derecho a cocina... donde no es posible formar una familia.