Nos cuesta entender qué le ocurre a la economía porque llevamos medio siglo viviendo en crisis de sobreabundancia donde el problema era la sobreproducción y la necesidad de mantener unos precios que resulten rentables al productor. Pues bien, ahora nos enfrentamos a una novedad: crisis de carestía, en su doble significado: que no nos llegan los suficientes productos y nos llegan a unos precios muy caros.

En economía sólo hay dos segmentos donde no puede existir la escasez y donde el suministro debe estar asegurado, sólo dos: la energía y los alimentos

¿Cuál es la respuesta? Desde luego, no la subvención pública por no hacer nada, no el ingreso mínimo vital, sino la re-industrialización acelerada, por vía pública o privada. Y cuidado: no se puede depender al 100 por 100, en ningún producto, de aquellos elementos clave de la cadena de montaje. Ejemplo: no puede ser que en España no haya fábricas de chips o de fármacos básicos, por ejemplo.

Y no es el momento más adecuado para cambiar de modelo productivo hiperecológico. Primero, porque todo lo verde es caro y poco eficiente y porque en economía hay dos segmentos donde no puede existir la escasez y donde el suministro debe estar asegurado, sólo dos: la energía y los alimentos.  

En la economía, como en la vida, tendremos que acostumbrarnos a vivir con el virus. Sería bueno para la economía y para nuestra salud mental

Conclusiones: la España subvencionada no nos sirve. No se puede vivir del gasto público. El que no trabaje que no coma pero hay que darle trabajo a todo el mundo. En una crisis de carestía sólo nos sirve una España que crea puestos de trabajo a cualquier precio. En segundo lugar, la transición ecológica no debe ser forzada, sino natural.