Ahora el fiscal -en la fiscalía del sectario Álvaro García Ortiz, controlada por Moncloa más que nunca-, y el juez han archivado el caso porque dicen que aquello fue una grosería, una gamberrada, un algo deleznable, pero no delito de odio, condenado con la friolera de hasta 4 años de cárcel
Ahora el fiscal -en la fiscalía del sectario Álvaro García Ortiz, controlada por Moncloa más que nunca-, y el juez han archivado el caso porque dicen que aquello fue una grosería, una gamberrada, un algo deleznable, pero no delito de odio, condenado con la friolera de hasta 4 años de cárcel. Porque, para entendernos, lo que pretendía la clase política era poco menos que fusilar al adolescente grosero, en lugar de darle dos buenas collejas por maleducado, que es lo que se merecía.
¿Y hemos tenido que esperar al certificado de un fiscal y a un juez para que lo aceptemos? Los jueces no son maestros de moral sino de legalidad: este es el problema
Ahora bien, sospecho que la verdadera razón del archivo ha sido que la grosería masculina fue acompañada por la grosería la femenina. No es que la chicas no lo denunciaran, es que ellas también participaron en la orgía verbal y 'siguieron el rollo'. Y claro, eso no se concilia con lo políticamente correcto: la mujer siempre es víctima, el hombre siempre es verdugo, una mentira que se tragan muy pocas mujeres, incluidas las que se aprovechan de ella y casi ningún varón, que ya saben que sólo hay algo más tonto que un obrero de derechas, un hombre feminista.
Este globo lleno de humo fue creado por Pedro Sánchez, maestro de la hipérbole hipócrita: "genera odio... atenta contra las mujeres"
Pero, démosle a la manivela de la memoria. Recuerden el grandísimo escándalo y el grandísimo rasgado de vestiduras de nuestra clase dirigente ante la grosería vociferada del Elías Ahuja, así como la plasmación mediática de la chuminá en las portadas de la toda la prensa, cada día -¡ay dolor!- más políticamente correcta, es decir, más idiota. Pedro Sánchez, con su patricia cabeza orlada con un nimbo feminista, encendió la hoguera contra el adolescente grosero hablando de comportamientos que "generan odio", o sea cuatro años de cárcel y que "atentan contra las mujeres". Y naturalmente, aún cuando la presuntas víctimas del presunto agresor defendían a los chavales (tan groseras son ellas como ellos). Vamos que, como no había acusación, nuestra sin par Fiscalía General del Estado, pagada a escote por todos los españoles, asumió el caso con entusiasmo. No había víctima, de acuerdo, o la víctima no se reconocía como tal... pues para eso está don Álvaro García Ortiz: pero muchacha, ¿no te das 'cuen' de que te han ofendido gravísimamente? ¿No?
Y no se da marcha atrás en la prohibición de colegios mayores universitarios masculinos y femeninos. A partir de ahora, dijo Subirats, todos mixtos... ¡pues menudo putiferio!
De paso, una vez que la imbecilidad se había convertido en norma, los sociopodemitas aprovecharon para atacar a los colegios mayores donde en su día, que cada vez menos, los ordenes religiosas y el Opus Dei tuvieron gran influencia. Y ahí es donde entra ese hombre moderado, de gran estilo y mejor porte, llamado Joan Subirats, ministro de Universidades, podemita él, para aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para dictaminar que se acabaron los colegios mayores masculinos y femeninos, A partir de ahora, todos mixtos. Eso sí que va a ser un putiferio... de palabra y de obra.