Sr. Director: La festividad de los Reyes Magos nos invitaba a transitar por un camino distinto al que habitualmente estamos acostumbrados. El Papa Francisco nos lo ha presentado en la celebración de la Epifanía del Señor: es el pesebre, un camino diferente al que anhela la mentalidad mundana; un camino que nos lleva a experimentar el asombro, el anonadamiento de Dios, de su gloria escondida en el pesebre de Belén, en el calvario, en la cruz, en el hermano y en la hermana que sufren. Porque a menudo, sumidos como estamos en una catarata de malas noticias, nos cuesta ver cuál es el misterio en el que Dios se esconde. Ahí tenemos el reto. Los Magos, como hombres sabios, han entrado en el misterio. Pasaron de los cálculos humanos al misterio y ese es el camino de su conversión, que precisamente nos interpela para emprender la nuestra. Dios no se manifiesta en la potencia de este mundo, sino que nos habla con la humildad de su amor. De ese modo, los Magos son modelos de conversión a la verdadera fe porque han dado más crédito a la bondad de Dios que al aparente esplendor del poder. J. M.