Sr. Director:
Tras anunciar Pedro Sánchez la convocatoria de Elecciones Generales, surgieron variadas interpretaciones sobre los motivos que en el fondo habrían movido a un sujeto tan egocéntrico, narcisista y amante del poder, para dejar la presidencia antes de finalizar su mandato. Pero la realidad es que, salvo él y sus allegados más íntimos (si es que los tiene), no es fácil conocer la auténtica verdad que podría esconderse tras su decisión, por muchas hipótesis que se hayan lanzado... Que si con ello cogía a todos «en bragas»; que como en esa fecha el PP estará en plenas negociaciones con Vox en los lugares donde podrían gobernar, utilizará la consabida amenaza del fantasma de la extrema derecha; que si le sirve para desviar las críticas internas de sus barones; que si en julio estará media España veraneando y esto podría beneficiarle (?); que si es una huida hacia adelante y ya sólo piensa en colocarse en un alto cargo de relevancia internacional, etc., etc.
Sea como fuere, la multitud de funcionarios cuya intervención se requiere en cada proceso electoral, que se verán afectados en sus vacaciones, así como las más que posibles elevadas temperaturas que se padecerán en muchos colegios electorales (por ejemplo, de Andalucía), no auguran un ambiente muy favorable con Sánchez; pero él sabrá. Lo que sí sabemos es que, con tal de gobernar, ha sido capaz de faltar manifiestamente a su palabra y promesas, además de apoyarse en partidos declarados enemigos de nuestra nación. Lo que lleva a sospechar que su decisión no la ha tomado pensando en lo mejor para España, sino en su exclusivo interés personal. Y eso da miedito.