Sr. Director:

Convengamos con el autor de No hay apocalipsis en que la mejor manera de luchar contra el cambio climático sea promoviendo el desarrollo económico. ¿Cómo subvenir a las necesidades energéticas que este planeta necesita sin deteriorar aún más la atmósfera? Su prescripción es la energía nuclear.

Las renovables no son únicamente más caras, más difíciles de acumular y más inestables. Se puede decir, además, que, frente a la nuclear, son más sucias porque requieren más materiales, generan residuos y pueden dañar en determinados casos la sostenibilidad del planeta. Según las estimaciones, entre 1995 y 2018 se gastaron alrededor de 2 billones de dólares en energía nuclear y 2,3 billones en fuentes eólicas y solares, pero la primera generó más del doble de electricidad.

Michael Shellenberger, activista climático, revela que el uso de la energía nuclear es seguro a todos los niveles y atestigua con preocupación que se encuentre en retroceso. Opina que la difusión de la energía renovable retrasaría el desarrollo económico e industrial de los países más necesitados. La alternativa serían las centrales, si no fuera por la mala prensa que tienen en gran parte del mundo y que él se propone combatir, demostrando que se puede compaginar prosperidad económica y respeto hacia la naturaleza.

Frente a la religión apocalíptica del ambientalismo, secularista y opuesta a la concepción judeocristiana, el activista norteamericano apoya un nuevo humanismo que no condene sino que reafirme la contribución del ser humano en la conservación de su entorno.