Sr. Director:

Recientemente, la Asociación por la Memoria Histórica ha hecho público un comunicado para recordar que el 2 de octubre de 2020 se extinguió el convenio que regulaba la presencia de los monjes benedictinos en el Valle de los Caídos.

En concreto, el convenio entre el Estado y la Abadía benedictina de Silos, que desde 1958 regía la presencia de estos monjes en el Valle, no fue renovado por el Estado, tras haber transcurrido los cuatro años de entrada en vigor de la  Ley  40/2015 de Régimen Jurídico del Sector Público.

Afirma la AMH que todos los días los monjes, en la celebración de la Misa de las 11 horas, repiten una oración que discrimina a los muertos que se encuentran en las criptas y enaltece a los caídos por Dios y por España.

Cree la citada AMH que se trata de "un enaltecimiento de los golpistas de 1936" por el simple hecho de que los monjes ofrecen la Santa Misa y oran "para que todos los difuntos descansen eternamente y se fomente la paz entre los españoles".

El presidente de la AMH, Emilio Silva, nieto de un civil republicano asesinado en la guerra civil ha afirmado que "es inaceptable que quienes celebran el sufrimiento de las víctimas de la dictadura  sigan favorecidos por el actual Gobierno, que omite tomar las decisiones a las que le obliga la ley".

Se equivoca don Emilio Silva al hacer estas afirmaciones, porque los monjes no hacen acepción de personas y rezan por todos los muertos y por el conjunto de todos los españoles.

Lo que ocurre es que, desde ciertas instancias, se cree que los monjes están en el Valle con intención de hacer política  partidista, cosa que no es verdad. 

Ellos están allí sencillamente para rezar por el eterno descanso de las almas de los difuntos y para rogar a Dios por el bien integral de todos los ciudadanos españoles, independientemente de su afiliación política.

No contentos con lo dicho, la AMH solicita al Gobierno que expulse del Valle a la comunidad de monjes benedictinos y que se la sancione por hacer apología de la dictadura y que deje de negociar con la Iglesia Católica el futuro del monumento, como hizo (al parecer) don Pedro Sánchez en su visita al Vaticano en octubre del año pasado. 

Me parece que, dado que los restos de Franco y de José Antonio ya fueron sacados del Valle y enterrados en otros lugares, no hay motivo para seguir removiendo los restos de los que todavía siguen enterrados en el Valle de los Caídos.

Conviene que dejemos a los muertos descansar en paz y que el lugar en donde reposan esté limpio, bien cuidado y en condiciones dignas. 

Por otra parte, el futuro de los monjes que habitan en el Valle no depende exclusivamente de las leyes civiles, sino sobre todo de lo que los Superiores de los monjes decidan al respecto.

Los monjes deben respeto y obediencia a las Autoridades Eclesiásticas, no a las decisiones del Gobierno de turno. 

Por  mi  parte, doy gracias a los benedictinos del Valle que se encuentran allí para atender espiritualmente a los fieles que suben a celebrar la Misa y a rezar por los vivos y por los difuntos, por todos.