
Emmanuel Macron intervino en la sede de la Gran Logia de Francia, situada en el distrito XVII de París, en un acto inédito que marca la primera visita de un Jefe de Estado en ejercicio a esta obediencia masónica.
Sr. Director:
Recientemente el presidente francés, Emmanuel Macron, intervino en la sede de la Gran Logia de Francia, situada en el distrito XVII de París, en un acto inédito que marca la primera visita de un Jefe de Estado en ejercicio a esta obediencia masónica.
El 9 de diciembre de 1905 se publicó en Francia la ley que marcó de forma definitiva la laicidad de la República y la total separación entre las Iglesias y el Estado, garantizando así la libertad de conciencia y el libre ejercicio de los cultos, a la vez que prohíbe al Estado subvencionar o reconocer oficialmente ninguna religión.
Macron destacó que la laicidad no es una religión de sustitución y que debe protegerse de quienes quieren tergiversarla para excluir. El presidente de Francia dijo abiertamente a los masones: "Ustedes son los embajadores de la laicidad". Y añadió: "Debemos ser vigilantes ante quienes quieren borrar, traicionar o desviar esta gran ley".
Macron rechazó que el laicismo pueda servir como excusa para marginar religiones, especialmente el Islam, subrayando que la ley fue concebida como garantía de libertad y convivencia, no como instrumento de exclusión. Esta obediencia masónica considerada más tradicional y espiritual que el Gran Oriente de Francia reúne a unos 32.000 miembros y se ha mantenido históricamente más distante del debate político.
Macrón se acerca a esta modalidad de masonería porque ella es una institución con un fuerte peso moral y republicano.
En otras ocasiones el presidente francés abogó por el libre suicidio asistido y por la eutanasia activa.
Ante los masones, Macron no se pronunció del mismo modo, sino que apostó por una discusión matizada que respete la necesidad de un enfoque compasivo y ético. Pretende, digámoslo claramente, la aprobación de la eutanasia desde posicionamientos morales.
El discurso pronunciado por Macron ante los masones franceses se enmarca en un contexto de creciente tensión en torno a la laicidad.
El ministro del Interior pretende extender la prohibición de símbolos religiosos a los acompañantes en excursiones escolares, lo cual ha avivado el debate sobre los límites del laicismo y las libertades individuales.
Defendió Macron que la única palabra que se alinea con laicidad es libertad, reafirmando su visión de una República capaz de acoger a todos, creyentes o no, sin renunciar a sus principios fundacionales.
De sobra sabemos que Macron defendió el aborto como un derecho de la mujer en el Parlamento europeo. Y de sobra sabemos que, bajo la capa de buenismo o compasión por el enfermo o el débil, se esconde el grave crimen de la eutanasia activa.
Lo que hizo Macron es apelar a la masonería para reforzar la defensa del laicismo en Francia y en el conjunto de Europa.
La Iglesia Católica enseña que los principios de la masonería son absolutamente incompatibles con la fe cristiana.
La masonería es una herejía que se alinea con la herejía arriana. Al fin y al cabo fue precisamente Arrio quien imaginó que Jesús era un gran arquitecto del universo, negando la divinidad de Cristo.
El 13 de noviembre de 2023, el Papa Francisco aprobó un documento por medio del cual se condena la práctica de la masonería y su incompatibilidad con el cristianismo: "Los fieles que se adhieren a logias se encuentran en estado de pecado grave y no pueden en ningún caso acceder a la Sagrada Comunión"
Los cristianos, apoyados en la Revelación, creemos en la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Y afirmamos que Jesucristo es, a la vez, Dios verdadero y hombre verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho. El cual, por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, se encarnó en las entrañas de la Virgen María y se hizo hombre, en todo semejante a nosotros menos en el pecado. Gracias a su Misterio Pascual nos redimió del pecado y de la muerte eterna.
La masonería no acepta la doctrina de la Iglesia, y a los fieles cristianos no nos está permitido apoyar en ningún caso ni los principios ni la práctica de la masonería.
En realidad, Macron pretende que los franceses y los demás europeos podamos hacernos una religión a la carta, cogiendo y seleccionando de aquí y de allá, cosa que nuestra pertenencia a la Iglesia de Cristo no nos permite.
Quien es masón no puede ser cristiano: es necesario decirlo así de claro.