Los ganaderos son responsables en parte del actual estado de conservación de muchos ecosistemas, del modelado de sus paisajes y de la rica biodiversidad que albergan.
Las dehesas son el paradigma de esa intensa intervención humana que ha acabado generando ecosistemas prácticamente exclusivos del sur de Europa, en los que el bosque claro -sobre todo de encinas y alcornoques- convive con el pasto que alimenta al ganado; ecosistemas donde la rentabilidad económica convive con la sostenibilidad ambiental y con los valores culturales.
Son también uno de los mejores ejemplos para comprender el significado y los valores de la red ecológica Natura 2000, el principal instrumento de conservación de la biodiversidad del que se ha dotado la Unión Europea (UE) y con el que se pretende asegurar a largo plazo la supervivencia de las especies y de los mejores hábitats.
Ahí tiene su hueco la dehesa, considerada un paraíso ecológico por tratarse de ecosistemas en los que conviven muchas especies ganaderas (cerdos, vacas, ovejas, cabras o abejas) con la fauna silvestre más representativa de la península ibérica (águilas, nutrias, cigüeñas, jabalíes o ciervos).
Los ganaderos, artífices durante siglos de esa explotación equilibrada y no abusiva de los recursos, exploran en la actualidad las posibilidades (económicas, financieras y de diversificación) que les puede brindar esa red europea, y numerosas instituciones públicas y fundaciones están haciendo un esfuerzo para ayudar a esos profesionales a descubrir esas oportunidades.
Domingo M.