Sr. Director:

Una cuestión a tener ahora en cuenta es el reconocimiento y los límites de la libertad de culto en tiempos de pandemia. Resulta inevitable que surja alguna tensión ante las restricciones a las prácticas de actos y manifestaciones colectivas de la fe, por parte de autoridades civiles. No se trata propiamente de josefinismo. Pero casi.

Las autoridades religiosas son muy prudentes, y orientaron desde el primer momento a los fieles, más por propia iniciativa que por acatamiento a directrices civiles que con frecuencia se publicaron después. De hecho, se acentuó la prudencia, justamente porque creció el protagonismo de muchas personas, parroquias y asociaciones en actividades de carácter social y asistencial, ante el incremento de los problemas: por ejemplo, el número de comidas diarias se multiplicó por cuatro en las grandes ciudades, y hubo que adaptar ese gran servicio a las lógicas exigencias de la cuarentena.

No volveré a tratar del caso de China, a pesar de que siguen llegando noticias de su infamia: se aprovechan del confinamiento para recrudecer una opresión, que lleva a quitar cruces, que en otros momentos habrían evitado los fieles cristianos con su presencia pacífica pero activa. No cesan, con el doble juego acostumbrado: OMS, Taiwán, Hong Kong.