Sr. Director:
Teniendo en cuenta la necesidad de conseguir la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental existe una necesidad urgente de que la agricultura mejore el uso de fertilizantes nitrogenados, pero ¿podemos cuantificar su uso de forma adecuada?. El mundo empresarial está familiarizado con la afirmación de Peter Drucker de que "si no se puede medir, no se puede mejorar".
Siguiendo esta idea, un trabajo internacional publicado en Nature Food, del que ha sido co-coordinador el investigador del CEIGRAM-UPM (Universidad Politécnica de Madrid), Luis Lassaletta, ofrece por primera vez una comparación completa de las actuaciones y esfuerzos internacionales más avanzados, encaminados a medir cómo se maneja el nitrógeno en la agricultura.
Xin Zhang, investigadora del Centro de Estudios Medioambientales de la Universidad de Maryland y autora principal de este trabajo, analiza los resultados de casi 30 investigadores de diez grupos de investigación diferentes en todo el mundo, incluidas Universidades, Asociaciones de Fertilizantes del sector privado y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Cada uno de la decena de grupos estimó cuánto nitrógeno se añade a las tierras de cultivo como fertilizante químico y estiércol; cuánto nitrógeno se cosecha en los cultivos, y cuánto permanece en el terreno. Este conocimiento es “la base para mejorar la gestión sostenible del nitrógeno y para hacer frente a los desafíos de la seguridad alimentaria y la contaminación ambiental”, afirman.
Antes de continuar hemos de tener en cuenta que el nitrógeno es importante porque es esencial para que los agricultores obtengan buenos rendimientos de los cultivos, pero cuando los cultivos no absorben una proporción significativa del mismo, se libera al medio ambiente. Por tanto, el nitrógeno debe manejarse con cuidado para maximizar la producción de alimentos, pero minimizando, a su vez, la contaminación ambiental.
Creo es importante recordar que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) adoptó una resolución en 2019 que pide una acción global para promover la gestión sostenible del nitrógeno, según señala Luis Lassaletta. Por lo cual, según el mismo autor, “reducir el desperdicio de nitrógeno a la mitad para 2030 sería un objetivo ambicioso que mejoraría significativamente la calidad ambiental.” Por supuesto sin dejar de producción los alimentos necesarios para la población mundial.
Para acabar decir que el primer paso para actuar, como decíamos al inicio, es obtener buenas estimaciones de los balances de nitrógeno en los sistemas agrícolas, para que podamos gestionar mejor lo que podemos medir con mayor confianza, según aseguran los investigadores.