Sr. Director:
Descubrir significa simplemente hallar lo que estaba ignorado o escondido, sin ninguna acepción peyorativa.
En referencia a América, desde hace siglos, venimos hablando de Descubrimiento, palabra con la que expresamos que:
1.- Gracias a la España de los Reyes Católicos fue descubierta América, un continente del que hasta entonces no teníamos noticia alguna.
Este es el sentido primero y más obvio del término Descubrimiento.
2.- En 1492 se dió el encuentro de dos mundos, de dos culturas, de dos civilizaciones: la europea y la americana.
La conquista llevó consigo el Descubrimiento de las Indias no sólo para los europeos, sino también para los mismos indios.
Es un error afirmar que la palabra Descubrimiento sólo tiene sentido para los europeos, pero no para los indios, alegando que "ellos ya estaban allí"
Para un indio, un viaje largo a través de muchos pueblos de América, al estilo del que a fines del siglo XIII realizó Marco Polo por Asia, era del todo imposible.
3.- Y el tercer sentido de la palabra Descubrimiento posee una significación profunda y religiosa, poco usual.
España llevó a las Américas el anuncio del Evangelio y de la Salvación realizada por Jesucristo gracias, sobre todo, a la reina Isabel la Católica, a Cristóbal Colón, al Papa valenciano Alejandro VI y a todos los que se embarcaron hacia las Indias movidos por diversos intereses, principalmente económicos y religiosos.
Cuando los reyes españoles recibieron a Colón en Barcelona de regreso de su primer viaje, le otorgaron una renta de 10.000 maravedíes y un premio de 335.000.
Los nuevos territorios descubiertos serían llamados "Indias Occidentales" y se le solicitaría al Papa Alejandro VI la confirmación sobre la propiedad de estas "Indias"
El Papa y la Reina eran los primeros interesados en que el continente recién descubierto fuera evangelizado de forma pacífica y sin usar las armas.
La difusión de la fe católica en América y los beneficios materiales que prometía la empresa llegaron a ser vistos como "una compensación económica y espiritual por las pérdidas sufridas por la Iglesia en el Viejo Mundo a causa de la llamada Reforma protestante, con su secuela de pérdida de feligreses católicos y expropiaciones de miles de propiedades eclesiásticas.
Como hemos dicho, Alejandro VI era valenciano y su verdadero nombre era Rodrigo Borja o Rodrigo de Borja, italianizado por Borgia.
Llegó al papado gracias no solamente a su fortuna y al apoyo económico y político del reino de Nápoles, perteneciente entonces a la Corona de Aragón y gobernado por el rey Fernando el Católico, esposo de la reina Isabel.
Algún historiador opina que Alejandro fue "el peor de los Papas" y por eso encomendó a los reyes la conquista espiritual de las nuevas tierras.
Era necesario que los indios fuesen monógamos, que no practicasen la sodomía ni el incesto ni la idolatría.
Era necesario que, si querían salvarse, debían ser bautizados y catequizados, profesar la fe verdadera y comportarse como auténticos cristianos, y para eso tenían que abandonar las prácticas religiosas que llevaban a cabo.
En una palabra: tenían que convertirse a la fe cristiana.
Los Reyes Católicos hicieron gestiones ante el Papa para lograr algunas concesiones.
En carta a Colón fechada el 4 de agosto de 1493 le comentan:
"Ya sabéis cómo hemos enviado a Roma por una Bula sobre esto de las Islas e Tierra que habéis descubierto y estás por descubrir.
Agora nos es venida y vos enviamos un tratado della autorizado para que se publique allá, para que todos sepan que ninguno puede ir a aquellas partes sin nuestra licencia.
Y llevadla con vos, porque si a alguna tierra apostáredes la podáis mostrar luego"
Tanta "liberalidad" no agradó a los contribuyentes portugueses ni a su rey Juan II, que sacó a relucir otras bulas, tan válidas como las del Papa Borja.
La primera fue otorgada por Martín V y autorizaba a los portugueses a descubrir todas las tierras que se hallasen al este de una línea imaginaria trazada sobre el Cabo Bojador.
Y la segunda fue otorgada por Calixto III, tío de Alejandro VI, quien en 1456 le concedía a Portugal todas las tierras descubiertas o por descubrir hasta las Indias.
Ante tales evidencias, el Papa Alejandro VI decidió el 4 de mayo de 1493, a través de la Bula "Inter caetera", dividir la tierra en dos: estableció una línea cien leguas al oeste de Cabo Verde: al este de ella todo pertenecía a Portugal y al oeste de la misma todo pertenecía a España.
Finalmente, en bien de la concordia y de la paz entre España y Portugal, se firmó el secular Tratado de Tordesillas en junio de 1494, por el que se corrió la línea a 370 leguas al oeste de las Azores.
En cualquier caso, en medio de todas estas vicisitudes humanas, Dios fue llevando a cabo, gracias a los predicadores de la Iglesia y a los clérigos y religiosos, que las tierras descubiertas y conquistadas por España fuesen evangelizadas.
Por eso podemos decir con sano orgullo que Dios se sirvió de España para dar a conocer la Salvación a los habitantes de las Indias, es decir, a nuestros hermanos americanos.
Más adelante, en el año 1531, la Santísima Virgen María se apareció en el cerro del Tepeyac, en el norte de la ciudad de México, al indígena chichimeca Juan Diego, y en una ocasión a Juan Bernardino, tío del ya santo Juan Diego.
Según el Nican Mopohua, texto hagiográfico publicado en el siglo XVII, las apariciones tuvieron lugar, como decimos, en 1531, siendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año.
Más tarde, en 1648 fue publicado el libro "Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe" por el presbítero Miguel Sánchez, que contribuyó a recopilar y dar a conocer todo lo que se sabía en la época (siglo XVII) sobre la devoción guadalupana.
Cabe decir que las raíces devocionales primigenias de la Guadalupana mexicana están en la Virgen de Guadalupe de Extremadura, en España, a la cual tenían una gran devoción los conquistadores españoles.
Para que no quedase duda alguna al respecto de la historicidad de los hechos, el 31 de julio del año 2002, el Papa San Juan Pablo II canonizó a Juan Diego en la basílica de Guadalupe, en México, durante uno de sus viajes apostólicos a Latinoamérica.
Así es que podemos afirmar clara y sencillamente que el Descubrimiento de las Américas por parte de España fue, al mismo tiempo, la Evangelización de aquellas gentes y aquellas tierras que desconocían el cristianismo.
Y desde el siglo XV no ha dejado de crecer en calidad y en cantidad el número de fieles cristianos en Hispanoamérica, aunque sabemos que hoy algunos jerifaltes y comunistas ateos y sus secuaces odian a la Iglesia Católica y a todo lo que tenga que ver con la fe cristiana.
Por no hablar de lo que algunas perversas ideologías y formas de pensamiento y de acción, presentes desde hace décadas en España, hacen con los cristianos y con el conjunto de la Iglesia Católica en nuestra Nación.
A los creyentes nos toca confiar en el Señor y en la poderosa intercesión de la Virgen Inmaculada, de San José y de todos los santos y santas, especialmente en los mártires, que fueron asesinados por el hecho de ser cristianos.
No lo dudemos: Dios saca bienes de los males.
Renunciemos a Satanás, a sus obras y seducciones; y mantengámonos firmes y perseverantes en la fe católica recibida como un verdadero Tesoro de parte de nuestros antepasados.
Con la fuerza del Espíritu Santo, demos un buen testimonio de nuestra fe en el Señor Jesús y animemos a otros a conocerle, amarle y seguirle, puesto que en Él está nuestra Vida y nuestra Salvación y la de toda la humanidad.
Sin duda, Descubrimiento y Evangelización fueron de la mano.
Deo gratias