Sr. Director:
Después de ocho décadas, pervive hoy una gran mentira, que se manifiesta de forma patética y desoladora en la truculenta profanación de la tumba de Francisco Franco y que con ardor guerrero defiende el Gobierno de Pedro Sánchez y casi todos los medios de comunicación afines; esta mentira se puede sintetizas así: La Iglesia Católica defiende a tiranos. Esta mentira se inició en los años 30, cuando el comunismo soviético, alcanzó su máxima popularidad no sólo en España, sino en la Europa Occidental y en los EE.UU, con la película, basada en la novela de Heminguay , Por quién doblan las campanas.
El pensamiento políticamente correcto dominante de inspiración soviética stalinista era: los republicanos españoles representaba, como sus colegas soviéticos, el derecho y la libertad mientras que el general Franco era un fascista asesino, exactamente lo que ha estado defendiendo el PSOE de Sánchez hasta que ha consumado su gran arma electral. La realidad histórica no lo que inventen historiadores progres, es decir los ideólogos, poco tiene que ver con sus delirios.
Desde 1931 con una crueldad y un sadismo inaudito comenzó en España una persecución contra la Iglesia Católica, con la intención de su destrucción total: numerosos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y simples fieles hombre y mujeres, fueron asesinados y martirizados por el simple hecho de pertenecer a la Iglesia Católica. Todos estos crimines estaban amparados y defendidos por el presidente de la Republica Azaña cuando afirmó: Todos los conventos de España no valen la vida de un solo republicano.
En 1932 un influyente semanario republicano la Traca dibujo una guillotina rodeada de una grupo de sacerdotes, monjas y personas piadosas, con la siguiente leyenda.” Esta (guillotina) trabajando dos horas diarias durante un mes, libraría España de toda funesta basura que desea que la republica fracase”. En 1934 en Asturias los mineros declararon la huelga general, proclamaron la revolución, quemaron iglesias y conventos y martirizaron 34 sacerdotes y seminaristas. El Ejército Español acabó con la revuelta con la intervención de las tropas marroquíes.
En 1937 un ministro republicano enviaba a sus colegas un informe detallado sobre las actividades llevadas a cabo contra la Iglesia Católica en la zona republicana: Han sido destruidos todos los altares, estatuas y objetos religiosos y litúrgicos; todos los templos ha sido cerrados al culto: en Cataluña la mayor parte de los templos han sido quemado; organizaciones del gobierno han recogido los objetos metálicos del culto ( campanas, crucifijos, etc,) y se han fundido para uso militar; loa edificios de los templos se han convertido en garajes, oficinas, fábrica, tiendas; los conventos han quedado vacíos; la policía ha buscado en casas privadas objetos religiosos, los ha destruido; los clérigos han sido arrestados, encarcelados por millares”. Los testimonios serían innumerables, muchos españoles fueron martirizados por ser católicos no por ser de otra ideología política.
Fidel García Martínez