Sr. Director:
La etiqueta “progresista” esconde el proyecto de un gobierno hipotecado por los compromisos adquiridos y sobredimensionado. El Ejecutivo que sea ido constituyendo, y por fin está formado, responde a la necesidad de contentar a todos más que a una lógica de servicio. Implicará un gasto disparatado en cargos públicos, un modelo que en vez de ser operativo complica más la gestión pública. Quienes se han presentado como adalides de la nueva política regeneradora se están convirtiendo en expertos en la peor política, la que engorda la maquinaria del Estado en detrimento de la eficacia, de la cercanía a las necesidades reales de los ciudadanos y del crecimiento de la sociedad civil.
En este caso se añade un componente ideológico radical, reflejado, por ejemplo, en un ministerio de Igualdad para Irene Montero, cuya primera propuesta es posibilitar el aborto a las menores sin consentimiento paterno. Progreso, según Sánchez.