Sr. Director:
En Cataluña hace mucho tiempo que desparecieron los actores capaces de mediar y tender puentes.
La desaparición de fuerzas, grupos y asociaciones capaces de ocupar el centro ha generado costes muy altos. El divorcio de parte, sin posibilidad de que la parte repudiada pueda esgrimir sus razones, ya se ha materializado.
Y ahora ¿qué hacemos? El secesionismo dice que el Estado carece del Plan B, cuando en realidad no conocemos en su integridad el Plan A del bloque independentista. Se trata de pillar a España a traición.
¿Hay alguien dispuesto a apelar a la responsabilidad de todos para que tomemos conciencia de los riesgos de este despropósito? En política, llegar tarde es no llegar. Quizás no sea, todavía, demasiado tarde.
Jesús Domingo
Constitución de 1978. Macron y la gota fría de Valencia
06/12/24 07:00