Sr. Director:
La educación en libertad es uno de los valores fundamentales en una Democracia consolidada, que todos, tanto el Estado, como los Profesores y los Padres debemos respetar al máximo para que los jóvenes decidan libremente qué y cómo quieren ser en el futuro.
La responsabilidad de los padres.
Los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos, aunque esa responsabilidad no sea exclusiva pero si es preferente frente al Estado y a los Profesores de Enseñanza.
Los hijos necesitan ser atendidos en todas sus necesidades como la alimentación, el vestido, la vivienda, etc. por los propios padres de quienes esperan que les proporcionen la satisfacción de esas necesidades que todas las personas debemos cubrir para vivir, primero en la sociedad familiar y después en la sociedad común más o menos civilizada que formamos los seres humanos.
A ningún hijo se le ocurre en cualquier época de su vida acudir al Estado o a los Profesores para que le solucionen esas necesidades elementales en lugar de a los padres.
Los padres, cuando son responsables, quieren lo mejor para sus hijos, que sean felices, hombres de bien, honrados, valientes, de una pieza, que no se arredren ante las dificultades que la vida nos presenta a todos antes o después.
En consecuencia con ese lógico deseo, los padres tienen el derecho de educar a sus hijos con arreglo a sus convicciones y su modo de pensar y de vivir, eligiendo el tipo de educación que deciden para conseguirlo, moral, religiosa, etc.
La responsabilidad del Estado.
La responsabilidad del Estado consiste en facilitar a los padres la elección de los medios de enseñanza pública o privada, escuelas, profesores, materias didácticas, etc. para que éstos elijan las que prefieran para sus hijos.
El Estado, nunca puede arrogarse el derecho de elegir el tipo de educación que determine para los hijos como alumnos, sustituyendo a los padres en esa función, que sería una usurpación de funciones que anularía la responsabilidad de los padres y caería en el adoctrinamiento moral y religioso del Gobierno de turno a su conveniencia.
La responsabilidad de los profesores.
Los profesores son los encargados por los padres y el Estado para impartir las enseñanzas de las materias de su especialidad, sin que en ningún momento puedan ni deban entrometerse en la moral y la religión que deben enseñar a sus alumnos por decisión propia, sino con la aprobación de los padres.
Su labor es complementaria a la principal que deben desarrollar los padres, atendiendo los deseos e indicaciones de éstos en su relación con los alumnos.
Las personas mayores de edad.
Las personas mayores de edad, deben ser de ordinario, plenamente responsables de sus actos y tienen el derecho de elegir libremente la clase de persona que quieren ser, confirmando o no la educación recibida de sus padres.
Aunque sea discutible la conveniencia de su decisión, pueden decidir ser hombre o mujer, heterosexual u homosexual, transexual, lesbiana o bisexual a pesar de la evidencia científica e inequívoca del sexo con que han venido al mundo, sin que el Estado, los padres o los profesores ni ninguna Ley humana positiva les imponga obligatoriamente su modo de ser ni el hecho de poder cambiar de criterio en el futuro.
Los niños menores de edad.
Tienen el derecho de ser educados por sus padres con quienes conviven habitualmente y de recibir la atención de sus necesidades más elementales y otras derivadas de ellas.
A la vez tienen la obligación de obedecerles, de no contradecirles ni oponerse a lo que decidan los padres en su lugar, sobre todo en los temas y asuntos más trascendentales de su vida, como el sexo y el género que poseen, para lo cual carecen del suficiente uso de razón, de los conocimientos adecuados necesarios del mundo, de la vida humana y de sí mismos para decidir lo que más les conviene, y también carecen de la plena responsabilidad y trascendencia de sus actos para tomar las decisiones más importantes.
Si estos principios no se cumplen por cualquiera de las partes implicadas, se desvirtúa la educación en libertad y se contribuye de modo importante a la confusión mental y de conciencia de los jóvenes, con las graves consecuencias que esta desvirtuación y confusión de vida que su incumplimiento lleva consigo, como el abandono, el odio y el rencor que se generan en los más jóvenes, y que dañan la democracia y la convivencia en paz de éstos y de los mayores de edad.
Roberto Grao
Dile a los jueces y juezas... Vicente Vallés, ejerciendo de feministo
14/12/24 15:00