Sr. Director:
Pienso que las sociedades entienden las medidas de urgencia, pero temen que los emigrantes y refugiados se instalen, más cuando los países de acogida, como es el caso de Turquía, padecen crisis económica y altas tasas de inflación. Es deber de los Gobiernos informar con transparencia, gestionar y regular los flujos migratorios, presionar para alcanzar políticas comunes.
Más allá de la buena voluntad política, es imprescindible que la comunidad internacional establezca acuerdos claros para el control y la regulación de los flujos migratorios. Las personas refugiadas y migrantes, cuando no mueren en el intento o en el camino, no pueden ser moneda de cambio, mano de obra barata, o simples empleados de reemplazo. Si la crisis climática pide acuerdos marco de debido cumplimiento, tanto más urgente es abordar un desafío de esta naturaleza, que podría condenar a la muerte a más de tres millones de personas.