Sr. Director:
En términos generales, el complejo de inferioridad significa un sentimiento de insuficiencia e inseguridad, total o parcialmente inconsciente, derivado de una deficiencia física o psicológica, real o imaginaria, que nos lleva a creernos inferiores a los demás. Además de afectar a las personas, este complejo parece extenderse también a grupos y colectivos.
Como le sucedería a un número considerable de católicos, incluyendo a no pocos representantes de su jerarquía eclesiástica, que se muestran apocados a la hora de exponer y proponer en la plaza pública una fe y una doctrina que ha sido defendida por gran parte de los mejores pensadores de la humanidad.
Sometidos a una lluvia incesante de infamias y a una asfixiante presión laicista, temerosos de que les tachen de intolerantes, se han acostumbrado a edulcorar tanto las verdades de fe cristiana en temas que hoy resultan conflictivos, que han acabado convirtiéndolas en un pestiño irreconocible y poco atractivo para suscitar vocaciones.
En los últimos diez años, la Iglesia católica ha perdido en España 2.387 sacerdotes (el 12,3 % del total) y 2.160 monjas de clausura (el 19,8 %); alcanzando en el curso pasado la cifra más baja de seminaristas. Una preocupante deriva que nos priva de sembradores de esperanza.
No se trata de ser más que nadie, pero tampoco menos.