Sr. Director:
He leído un escrito del historiador D.Javier Paredes, sobre los mártires de la II República y la defensa de la Divina Eucaristía y en el Día de la Inmaculada otro dirigido a los obispos: D.Javier, al cual admiro pues es un católico testigo que da la cara, se lamenta de la comunión en la mano y de sus consecuencias.
Yo no tengo nada más que mi experiencia, mis estudios son primarios, pues nací en 1936 y me crie en Noja localidad de Cantabria. Yo también desde niño fui monaguillo, recuerdo que mi madre aún en invierno, me llamaba, levántate que tienes que ir a Misa. Todo lo que relato es porque lo he vivido. A finales del año 1964, ya casado, me alisté como miembro de La Legión de María, maravillosa obra de apostolado seglar y al mismo tiempo comencé como adorador nocturno. He permanecido en ambas asociaciones durante 50 años. A finales de la década de los sesenta, yo vivía en Santander, los progresistas que se habían apoderado del mando de la Iglesia Católica, sumergida en una crisis espantosa, enviaban a sacamuelas parlanchines para “lavar el cerebro”, que daban conferencias en las parroquias, asociaciones apostólicas, conventos, etc. Yo que acudí a alguna conferencia, tuve que renunciar a su asistencia pues tenía que discrepar con el orador, pero claro, como yo solo era un seglar, quedaba mal, la razón la tenía el progresista. Yo comentaba con un sacerdote, amigo mío, D. Antonio Cossio y Escalante (tres hermanos de este sacerdote fueron asesinados en el barco prisión Alfonso Pérez; los cadáveres de aquella matanza 149, están enterrados en la cripta de la catedral de Santander, en el Cristo) recuperando el relato D. Antonio me decía, pregúntalos si son católicos o protestantes. A partir de esas fechas cuando se estableció la comunión en la mano, contra las normas del Magisterio, todo ha ido empeorando sin tregua y cada vez peor; también yo, para comulgar, parezco un intruso, tengo que esperar a ser el ultimo y el único que comulga en la boca. Esto no puede seguir así, pero no se ve ningún signo por parte de la Jerarquía Católica de que esto vaya a cambiar. Lo que más me duele es que hayan hecho inútil la Pasión y Muerte de Cristo, lo divino, lo sagrado, no puede andar de mano en mano, y me temo que a causa de esta desacralización muchas almas se estén condenando, y esto ya son palabras mayores.