Sr. Director:
Un Año Santo Jubilar es siempre un derroche de gracias por parte de Dios a través, en esta ocasión, de san Isidro. Es, a la vez, también una circunstancia para conocer o profundizar más en la vida de un santo que va mucho más allá del hecho puntual de que los ángeles le ayudaran en sus tareas de labranza en momentos determinados.
La santidad no se conquista en un momento, la santidad de san Isidro fue la de una vida entera: un hombre de Dios y para Dios. Y Dios nos ha mostrado su rostro de través de los santos: “Dios nos ha mostrado gratuitamente su rostro, su voluntad, se nos ha mostrado a sí mismo”, son palabras del Arzobispo de Madrid que nos alertan de esa presencia divina, de esa invitación a todos a contemplarlo en la vida del prójimo. Así lo contempló san Isidro: A través de su devoción eucarística y a través de la práctica de la caridad con sus semejantes los hombres. “Es un año para acrecentar la fe, la esperanza y la caridad, para llenarnos de Dios y de su amor y entregarlo. En todos los momentos es posible la conversión a Dios”, vuelve a alentarnos el Cardenal Osoro. Sí, es un año excepcional para que a ejemplo de san Isidro encaucemos nuestra vida cristiana con una referencia y abandono constante en las manos de Dios.