Hoy como ayer, el peligro no es el ataque que viene del este sino las herejías propias. Por cierto, luego está el suicidio físico, consistente en el egoísmo de no tener hijos. Pero esa es otra historia. No, el peligro para el Occidente libre no radica en el yihadismo que viene de Oriente. Cuando líderes europeos, como Hollande o Merkel, o el propio Trudeau, sufren un atentado en su casa y advierten que nada les hará renunciar a sus valores, habrá que contestarles que hace tiempo que han renunciado. Sus valores eran valores cristianos. Y renunciaron a ellos cuando se volvieron progres. Ya saben: nada es verdad ni nada es mentira todo depende del color del cristal con que se mira. A partir de esa considerable catástrofe, Occidente está inerme ante el Islam y ante el panteísmo oriental. Hispanidad redaccion@hispanidad.com