Sr. Director:
A pesar de los nuevos movimientos religiosos, de los esfuerzos evangelizadores de las comunidades cristianas, de los mediáticos religiosos, las artes, los bailes, las coreografías y el tratar de ponerlo fácil para que no se alejen de la Iglesia, a pesar de todo éso, de cada 10 jóvenes españoles, 6 se consideran personas sin religión.
Son datos de la Cátedra José María Martín Patino de la Cultura del Encuentro, con el apoyo de la Fundación Ramón Areces, presentados recientemente.
¿Qué debemos hacer los católicos practicantes para llamar a los jóvenes y no tan jóvenes a la fe vivida en el seno de la Iglesia? La respuesta es: evangelizar.
El informe citado hace referencia a otros aspectos de la vida de los jóvenes: no tienen una vivienda propia donde vivir y conviven con sus padres, el precio de los alquileres está por las nubes, resulta insostenible el actual modelo habitacional, la conflictividad social está presente y los jóvenes la sufren, muchos de ellos trabajan en condiciones indignas y otros muchos están en el paro, etc.
Conviene tener en cuenta el proceso de secularización de la sociedad española que empezó hace ya unas décadas. Se declaran católicos practicantes un 20% de nuestros jóvenes. Los matrimonios canónicos se desploman. Y por otra parte se observa que crece el pluralismo religioso: las minorías son ya el 10% de la población, con 2'2 millones de musulmanes y 1'5 millones de protestantes y ortodoxos.
El impacto de las redes sociales es muy grande y el 87% de las noticias sobre migraciones que circulan por las redes son falsas. Les han prometido el paraíso en la tierra, y éso es imposible.
¿Qué jóvenes se atreven a contraer matrimonio para toda la vida sin excluir la generación y educación de los hijos?
La crisis demográfica amenaza el futuro de España y de los demás países europeos.
Se nos advierte también que en el año 2.100 habrá un trabajador activo por cada 1'2 jubilados, lo cual pone en riesgo la cohesión social y la buena convivencia entre las personas y los pueblos.
La respuesta de la Iglesia es siempre la misma: evangelizar, es decir, ofrecer la Persona de Jesucristo y su Evangelio a todos, con las consecuencias que ello conlleva: el respeto, el amor, la alegría, la esperanza, el trabajo bien hecho, el compartir de bienes, la fraternidad, la acogida, el sacrificio, el esfuerzo, la oración, los Sacramentos, la ayuda de comunidades cristianas vivas, alegres y misioneras, el perdón, la reconciliación y las demás virtudes cristianas.
Ofrecerles sólo cosas materiales no basta. Necesitan que Cristo se haga presente en sus vidas de una forma concreta, y los cristianos estamos llamados a ofrecérselo, porque sólo Cristo es el camino, la verdad y la vida para todos y cada uno.
Con la intercesión de la Virgen María y de San José.










