El presidente del Gobierno español ha prometido 9.000 millones de euros para subvencionar a los hogares que consuman menos energía. La derecha, que nunca ha sabido ir de rebajas, quizás porque no lo ha necesitado, enseguida les ha comprado la mercancía averiada, y así veo que en cuanto ZP hizo su anuncio, a la concejala de Medio Ambiente, una mujer comprometida, del Ayuntamiento de Madrid, Ana Botella, se ha apresurado a escribir que "la lucha contra el cambio climático empezó mucho antes de Zapatero". Esto me recuerda cuando su compañera, la ex ministra de sanidad e su señor esposo, Ana Pastor, blasonaba de que la masacre de embriones humanos no comenzó cuando los socialistas llegaron al poder, sino con ella. Muy cierto, fue la primera en condenar a muerte o congelación perpetua a los embriones sobrantes de la FIV. Y ambos sucesos recuerden el viejo chiste del cura navarro que se queja desde el pulpito de que son el segundo pueblo que más blasfema de toda la Ribera. Uno de los feligreses salta como un resorte. "¡Rediez, hemos de ser los primeros!". A ver, doña Ana: no se trata de ahorrar energía, sino de producir más energía, más barata para los pobres, más limpia, para todos. Y esa ecuación no nos da el resultado de subvencionar las renovables, que sólo pueden ser un complemento de la producción, ni de pasar frío en invierno caro en verano, sino en producir energía de fisión nuclear, que es la energía de los pobres, la más barata, la que no existe esfuerzo impositivo (no se si recuerda, señora Botella, pero las subvenciones de las renovables son impuestos que pagamos todos para beneficio de unas decenas de millonarios y unos centenares de rentistas), las más limpia y la que abre el esfuerzo investigador a la energía del futuro, la de fusión. Este planeta tiene materia y energía para alimentar a cientos de humanidades, pero no tiene cabida ni para el egoísmo de los ricos ni para el aborregamiento de los pobres, los dos factores que provocan miseria e injusticia en el mundo. Los profetas del cambio climático muestran una profunda desconfianza en la humanidad y en el genio humano. El progreso material -el único progreso que existe- pasa por un enchufe, y la lucha contra el cambio climático pasa por convertir en energía eléctrica, a ser posible de origen barato, es decir, nuclear, las dos grandes emisiones de gases nocivos: el aire acondicionado y los automóviles. No hay que automutilarse en su hogar y en su vida privada: lo que hay que hacer es sustituir el aire acondicionado por calor eléctrico y el coche de combustible fósil por coche eléctrico, a ser posible también con pila nuclear. Eso es lo que impone la lógica si queremos un planeta limpio y un hombre que disfrute del mismo sin pasar necesidades. El anuncio de ZP se producía justo en el momento en que el gran patriarca Al Gore recibía el Premio del Nóbel. Pero no se habían dado cuenta, la nueva religión gorista, -la del cambio climático-, de la que es fiel seguidor nuestro ZP, y que según él "se han encendido todas las alarmas" y el apocalipsis nos lo trae papa Noel desde el derretido Polo Norte, de que tiene el mismo origen de todo el progresismo: el podio al hombre. Lo único que pretenden con lo del cambio climático es terminar el trabajo iniciado con la contracepción y el aborto generalizados: justificar la matanza de inocentes y decretar el final de la humanidad. Hacer la vida lo suficientemente difícil como para que no merezca la pena ser vivida, o, al menos para que no merezca la pena procrear, es decir, la subsistencia de la raza humana. Estos chicos son muy alegres. Eulogio López eulogio@hispanidad.com
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12/12/24 19:13