El Presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, aquejado de pasión turca, se nos marchó de fin de semana a Estambul, para tener un afable coloquio con su cónyuge en la Alianza de Civilizaciones, el premier turco, Recep Tayyip Erdogan. A ZP le convenía porque, ahora que ya se le conoce en la esfera diplomática internacional, su única forma de hacerse un hueco entre los estadistas mundiales consiste en el bebedizo llamado Alianza de Civilizaciones, que Naciones Unidas ha hecho suya, más que nada porque a la enfermiza ONU estos bebedizos light le encantan. Es como la paz en el mundo que tanto deseaban las aspirantes a Miss Universo.

A Erdogan, por el contrario, le interesaba algo más prosaico : la Unión Europea, que es un zona del mundo aturdida, pero no absolutamente entontecida, dice que un régimen fundamentalista (laico-integrista, una combinación mucho más plausible de lo que creen los ingenuos que se rigen por los tópicos) como el turco, que no respeta los derechos humanos ni la libertad religiosa, no puede acceder a la Unión Europea. Es más, los franceses hicieron fracasar (¡Loado sea el Cielo!) el Tratado Constitucional Europeo porque no estaban dispuestos a acepar a los otomanos en el Club. Quizás, el recuerdo de los cruzados francos sigue más vivo de lo que parece entre los galos.

Español y turco incluso han ordenado sus negros escribir un artículo conjunto, publicado, cómo no, por El País, que comienza con la siguiente y sabrosa introducción: La historia demuestra que la cooperación armoniosa y la interdependencia positiva entre las culturas y las creencias religiosas dominantes produce generalmente prosperidad para todos, mientras que la confrontación genera pobreza. Yo me pregunto : ¿En qué religión cree Zapatero? Porque de Erdogan lo tenemos bastante claro.

Divertidísima fue también la alabanza de ZP a Turquía, quien, según él, jugó un papel fundamental como muro de contención del extremismo islámico y el expansionismo soviético durante el siglo XX. Hombre, sí, ZP, pero esa contención se realizó mediante las bases militares norteamericanas presentes en territorio turco.

Con la caradura que le caracteriza, Erdogan se sirvió a fondo del ingenuo presidente español, quien ha vuelto a irritar a Washington. Según ZP, los de la Alianza de Civilizaciones sabían, desde hace mucho tiempo que las cosas en Irak no se iban a desarrollar demasiado bien. Eso es muy cierto, porque la guerra de Irak ha sido ante todo, un error garrafal de George Bush en la guerra contra el terrorismo, pero parece olvidar que Turquía continúa siendo, junto a la US Navy aparcada en el Golfo Pérsico, la mejor plataforma del Pentágono tanto en Afganistán como en Irak.

De paso, por el mismo precio, ZP ha irritado a los judíos, una vez más, al hacer suya la propaganda de Erdogan, quien resumió el actual dramatismo en Israel con elegante simplicidad: No se puede permitir que continúen estos bombardeos sobre ancianos y niños.

Al final, el problema es que Zapatero no cree en nada y Erdogan cree en unas bestialidades terribles. Mientras ZP quiere introducir a Turquía en la UE, Erdogan sigue trabajando como siempre ha trabajado el islamismo : cara, yo gano; cruz, tú pierdes. Exige Erdogan trabajar en un espacio de libertad que él no está dispuesto a conceder en Turquía. Ha recibido a ZP con todos los honores, pero el muy miserable se ausentará cuando llegue Benedicto XVI, tras haber manipulado y mentido acerca del discurso del Papa en Ratisbona. Por cierto, el libro citado por el Pontífice y que provocó la ira de los integristas, entre ellos la de Erdogan, apura aún más la cuestión. Quiero decir que el emperador de Bizancio, Manuel II, recuerda en la obra citada por el Papa, las tres alternativas que el Islam ha ofrecido siempre a Occidente siguiendo lo marcado por el Corán: conversión al credo musulmán, creación de guetos para cristianos con impuestos abusivos o reducidos a la condición de esclavos o, por último, pena de muerte. Esta es la idea de la ya famosa obra de Manuel II Paleólogo, Diálogo con un musulmán, lo que le lleva a concluir que el Islam no es razonable ni racional, sino absurdo, porque Dios no puede complacerse en la sangre y porque no actuar razonablemente es algo ajeno a Dios.

El problema es que ZP no ha leído a Manuel II Paeleólogo, y claro, así no vamos a parte alguna.

Eulogio López