Emilio Ybarra y Churruca fue presidente del Banco Bilbao Vizcaya y co-presidente del BBVA tras la fusión con Argentaria. El otro co-presidente, Francisco González, decidió aprovechar el caso de las cuentas secretas en paraísos fiscales para chivarse al Banco de España y cargare a sus principales competidores, Emilio Ybarra y Pedro Luis Uriarte, en una operación apoyada por el Gobierno Aznar y que dio en llamarse la españolización del BBVA, aunque algunos pensamos que podría haberse llamado la frangonzalización de dicho banco.
Unos cuantos detalles: Ybarra no creó el problema. EL problema lo creó el fallecido Pedro Toledo, en el Banco de Vizcaya, al trasladar a un paraíso fiscal un montón de dinero con el que afrontar la defensa contra KIO, el grupo kuwaití que por los años ochenta se lo comía todo a costa de petrodólares.
El dinero se quedó allí, y luego se utilizó para, entre otras cosas, pagar pensiones a los consejeros del BBV, que ni tan siquiera sabían de dónde procedían los fondos.
Ybarra podía haber regularizado esos fondos a través de una repatriación, antes de la fusión, previo acuerdo con Hacienda y con el Banco de España. Se ha hecho un montón de veces. Una fusión es la ocasión ideal para ocultar los trapos sucios y para poner la contabilidad a cero (entre otras cosas, porque legalmente hay que ponerla a cero). Sólo que, precisamente cuando pretendió hacerlo, FG aprovechó para denunciarle y echarle del asunto. Naturalmente, como ese país es experto en hacer leña del árbol caído y en pisarle el rabo al león después de muerto, todas las fuerzas vivas se lanzaron contra Emilio Ybarra, empezando por el Gobierno Aznar, que poca semanas antes de la puñalada le había concedido a Emilio Ybarra la Gran Cruz de Isabel la católica.
Total, que Ybarra es descabalgado por FG con el apoyo del poder político y de algún que otro medio al que FG filtró toda la documentación que pudieran contar con una buena exclusiva.
¿Cuál fue la respuesta de Ybarra cuando consejero y ejecutivos fueron llevados ante los tribunales? Pues exculpar a los demás y asumir él personalmente toda la culpabilidad. Conclusión: él ha sido condenado y el resto absuelto. ¿Qué quieren que les diga? Como banquero, Emilio Ybarra no me pareció nunca ningún genio al igual que su sucesor, FG, dicho sea de paso- y debió solucionar el problema de los fondos en los repugnantes paraísos fiscales, nada más llegar a la cumbre del BBV tras el fallecimiento de Toledo, pero como persona le dejaría administrar mi patrimonio y le compraría un coche usado. En un mundo lleno de canallas que se declaran inocentes hasta de haber nacido, especialmente cuando se trata de un imputado de guante blanco, tipos como Emilio Ybarra no merecen un aplauso : merecen que se les erija un monumento. Un personaje que es capaz de asumir toda la responsabilidad para salvaguardar a sus colaboradores y subordinados, a pesar de ser el que no se lucró con su delito, y que cuenta toda la verdad al Tribunal a sabiendas de lo que le puede ocurrir es un tipo ante el que, condenado o no, yo me descubro. Recuerdo aquel dicho de que en el Juicio Divino se perdona al que confiesa la culpa; sólo en el humano se condena.
Y ojo, porque el asunto no ha terminado aquí. Por ahora, al ser una condena menor no entrará en la cárcel. Pero, como hubo ensañamiento jurídico, financiero y periodístico, con Ybarra se ha seguido el viejo y eficacísimo truco de trocear un caso en muchos. Así, ahora Ybarra, por los mismos hechos, deberá afrontar otro juicio de falsedad, con lo que se le podrían acumular sentencias y eternizar sus citas con la justicia. Es el mismo truco que se siguió con Javier de la Rosa, cuya trayectoria judicial sólo acabará cuando le entierren.
Por cierto, un juicio rapidísimo, para lo que se estila en estos pagos, que contrasta con los 14 años no sé cómo me ha podido ocurrir este ejemplo- que llevamos con las cesiones de crédito de D. Emilio Botín quien, naturalmente, se declara inocente- o con el propio arreglo extrajudicial suscitado por la venta de FG Inversiones a Merrilll Lynch, o con el juicio del caso Urbanor, de Alberto Cortina y Alberto Alcocer, etc. La primera lección que saca el poderoso es que decir la verdad ante el juez y asumir las propias responsabilidades resulta muy poco rentable.
Propongo una suscripción popular para erigirle un monumento a Emilio Ybarra y Churruca, el primer multimillonario que dijo la verdad ante un Tribunal.
Eulogio López