¿Seguro que la Cumbre Europea ha sido un éxito del euro?
Me he pasado la semana en Santander, en la Universidad de verano Menéndez Pelayo, para ser exactos en el veterano curso que en ella imparte la Asociación de Periodistas de Información económica (APIE), por donde pasa todo el mundo: ministros banqueros, empresarios sindicalistas y demás gente de mal vivir. Traigo muchas historias de crisis en la alforja. Empecemos por la comparecencia del titular de Exteriores de Rajoy, José Manuel García Margallo, uno de los tipos más brillantes del Ejecutivo marianista.
Su exposición resultó, sin duda, una de las más brillantes de todo el curso. Porque el tipo es brillante y pedagógico. Su capacidad de síntesis y su conocimiento de la Unión Europea casi asusta.
Habló Margallo de la necesidad de una homologación fiscal y, sobre todo, financiera. Si Europa quiere convertirse en los Estados Unidos de Europa, todos los países miembros deben tener similares condiciones financieras, presupuestarias, fiscales, monetarias… pero siempre se le olvidan las salariales, es decir, la homologación de rentas. ¿Cómo vamos a ser iguales y sometidos a las mismas normas fiscales si el salario medio alemán –y no es el más alto- supera los 41.000 euros mientras el español se sitúa en 22.511 euros?
Margallo me responde que no hay una sola zona en el mundo donde se aplique la homologación de rentas. Me asegura que los salarios son fijados por el mercado, pero esa es una verdad tan próxima a la mentira que se convierte en un gran embuste. Porque los gobiernos sí que fijan el salario mínimo interprofesional y las condiciones laborales mínimas, así como los impuestos laborales. Por tanto, los gobiernos sí deciden los salarios. Desde el SMI indician la escala salarial.
Ni a los españoles, los más europeístas de todos, nos van a convencer de las bondades de la Unión si no se tiende a la homologación de rentas entre los europeos. No se nos puede ocultar que diez años de euro han servido para que paguemos los mismos precios que en Berlín cobrando la mitad que los berlineses.
Y la segunda asignatura pendiente de Europa es la propiedad privada pequeña. Es decir, la controlable, La propiedad financiera no es tal propiedad, porque si usted compra acciones de BBVA no manda un pimiento en el BBVA: el que manda es FG, aunque tenga menos títulos que usted. La verdadera propiedad privada, la que otorga libertad al propietario -sin propiedad no hay libertad- es la pequeña, porque es la única que el propietario puede controlar.
Ahora bien, si prescindimos de esos dos pequeños detalles –defensa de la propiedad privada y mejores salarios- la Cumbre del jueves y viernes, no puede considerarse un éxito, tal y como vende la prensa afín al Mariano Rajoy.
No se consiguió –porque nada se concretó y buena es doña Ángela- que los fondos europeos –mucho menos el BCE- compren deuda italiana y española. Hubo promesas como siempre. Que es como decirle a alguien que se está ahogando en un lago que vas a la ciudad a comprar un flotador para ayudarle.
Se consiguieron ayudas directas a la capitalización bancaria. Bueno, ya saben la idea de Hispanidad: a los bancos quebrados no hay que salvarles sino liquidarles ordenadamente: pagar a los depositantes y llevar a los tribunales a los banqueros en caso de negligencia.
Pero, ya puestos en clave financista, el problema de España no es la banca sino la deuda. Esta es la clave de esta historia. Si Bruselas, o sea, Berlín, quieren apoyar a España, y a Italia, lo que deben hacer es comprar deuda, no salvar bancos. Y encima, aún no sabemos ni las condiciones.
¿Seguro que la Cumbre ha sido un éxito?