Sr. Director:
Hace poco, el 22 de Junio, hemos celebrado a Santo Tomás Moro, patrón de los gobernantes y políticos.

 

Mucho deberían aprender de él los que hoy nos dirigen y les recomiendo vivamente su lectura y reflexión.  Me llamó la atención una anécdota suya que contaron en Radio María, cuya escucha también a todos, y no solo a los políticos, recomiendo. Decía más o menos así: Días antes de su muerte, conversando con su mujer, ésta le insistía en que le diera la razón al Rey Enrique VIII para librarse así de la muerte. "-¿Cuántos años crees que puedo vivir y disfrutar de ésta casa y de vosotros?  -Unos veinte, le respondió ella, pues aun eres joven. -Pues torpe cambio me propones, que cambie toda una eternidad por esos pocos".

Cuánta vanidad hay en el poder y cuántos tendrán que dar cuenta al Rey de su preferir cualquier halago en la tierra, generalmente fruto de otro interés, a vivir y obrar con coherencia. Cuánto se agradecería hoy tener un líder responsable del que se supiera de su intachable conducta. Fíjense qué poquito se nos ha dicho de todos los que para gobernarnos han salido. No pido un extraterrestre que jamás haya metido la pata, sino alguien que lucha consigo mismo cada día para ser un poco mejor.

Todos nos equivocamos, pero cuántos hay que piden público perdón. Es tanto lo que hay por esconder y tan poco tiempo el que se va a estar en el poder, que lo mejor es hacer creer lo fantástico que uno es. Si total, te vas y todo se olvida y de paso te has  montado una vida pipa. Cuánta farándula hay en todo que la noticia casi más importante de los actos de toma de posesión de nuestros gobernantes estos días ha sido lo guapos, guapas u horteras que iban. Nada han dicho de sus vidas, ¿será que están vacías?

Rosalía Cortes Sastre