Novacaixagalicia -¡Qué nombre más largo!-, producto de la fusión de las dos cajas de ahorros gallegas, Caixa Galicia y Caixanova, tiene ante sí una triple opción: trocearse y repartirse entre varias entidades, ser absorbida por un banco grande, o quedar como banco gallego con la entrada de un nuevo accionista.
La primera salida es la que nadie quiere en Galicia. La segunda es la que desea el presidente, Julio Fernández Gayoso, quien ha acudido a BBVA y Popular, regido por dos paisanos suyos: Francisco González (FG) y Ángel Ron.
Al actual presidente de ONO, empresa a la que ha salvado de la ruina, le apoyan los grandes partidos: le apoya el presidente de la Xunta, Alberto Feijóo y el del Partido Popular, Mariano Rajoy, pero le apoya también el ministro de Fomento, José Blanco. Y este apoyo resulta singularmente relevante. En primer lugar, porque Fernández Gayoso, en su pulso con la Xunta para quedarse como presidente de la entidad resultante -pulso que, por cierto, ganó- fue apoyado por José Blanco y su hombre en Galicia, el ex ministro de González, Abel Caballero.
Pero ahora Blanco sabe que no puede negarse a un proyecto como el de Castellano. Negarse a la única posibilidad de un banco gallego, tras la caída del Pastor, no sería la mejor tarjeta de presentación para quien sabe que en Madrid le queda poca carrera política y ve en Galicia su última oportunidad.
Pero es que, además, las relaciones personales entre González y Castellano nunca han sido buenas. Cuando FG consigue la fusión de Argentaria con el BBV, Castellano se niega a incorporarse al nuevo Consejo.
Por eso, el lunes, un desabrido presidente del BBVA expresaba su opinión de que el próximo jueves Castellano se convierta en presidente de Novacaixa: "Novacaixa necesita 2.500 millones de euros. ¿Los tiene el señor José María Castellano? Pues si, además, tiene capacidad de gestión, encantado".
Pues probablemente sí. Todo el complejo empresarial gallego apoya al presidente de ONO. En su lista de accionistas del futuro Banco Caixagalicia no sólo hay inversores institucionales, sino industriales y empresarios gallegos. Y no, no necesita 2.500 millones: Novacaixa necesita 2.622 millones de euros.
Habrá que repetirlo. Los grandes bancos sí quieren las cajas, pero las quieren a precio de saldo y con ayudas públicas. Piden trasparencia y una subasta, pero en esa subasta exigirán todo lo que puedan exigir. Los banqueros no sólo quieren negocio: quieren el dinero público para sanear las pobrecitas cajas de ahorros.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com