Espléndida la andanada de David Taguas, sucesor de Miguel Sebastián en la Oficina Económica de la Moncloa: hay que suprimir el Impuesto de Sucesiones y el de Patrimonio.

En contra de lo que la izquierda más anticuada aún sigue predicando, a la gente no hay que juzgarla –y todo gravamen no es más que un juicio sobre la riqueza- por lo que gana sino por lo que gasta, porque en una sociedad moderna toda renta se convierte automáticamente en inversión. Esto nos lleva a que el IVA debería graduarse mucho más que el IRPF, porque el dispendio no está en el consumidor sino en el artículo consumido. Por decirlo de alguna forma: todo el mundo –pobres y ricos- necesitan pan, pero ni el pobre ni el rico necesita un yate, ni una segunda vivienda, ni un coche estupendo, o una joya o ropa de marca. La obsesión de la izquierda clásica contra el IVA se basa en una curiosa idea que resumía aquel obrero asturiano: "No hay que grabar los Ducados, porque es lo que fuma el obrero". Aunque lo fume el obrero, el Ducados –espléndido tabaco, a fe mía- no es un artículo de primera necesidad.

Algo parecido ocurre con los impuestos de Sucesiones y Patrimonio. Los bienes afectados por éste último ya ha sido gravado cuando fue renta y cuando fue venta: renta ganada por su propietario y artículo adquirido por su propietario. Respecto a la sucesión, es un impuesto que atenta directamente contra la familia. Por cierto, España es uno de los pocos países europeos que mantiene el impuesto sobre el patrimonio, pero no olvidamos que existen otros impuestos sobre el patrimonio, como por ejemplo el Impuesto de Bienes Inmuebles (los madrileños lo tenemos muy en cuenta tras el subidón decretado por Gallardón para promocionar su carrera política hacia La Moncloa con obras faraónicas) o el impuesto de actividades económicas, que no han desaparecido.

En resumen, sería de agradecer, también por motivos de simplificación, que los impuestos se redujeran a tres: renta, consumo y beneficio. El más importante, sin duda, el segundo.

Taguas ha cometido muchos errores desde su reciente llegada a La Moncloa, pero esta propuesta figura en el haber.

Eulogio López