Después de tres horas de vuelo tranquilo el avión aterrizo en el aeropuerto de la isla Bonita. Sólo pisar esa hermosa e inigualable tierra me sentí bien.
Ni dolores de espalda, ni de cabeza, y lo más importante… conseguí olvidar a los malos políticos que nos hacen la vida cada día más difícil.
Solo han sido siete días pero esa estancia en la maravillosa Isla de la Palma, ha significado para mí una paz que en ningún otro sitio encuentro, por sus gentes amables, laboriosas, siempre dispuestas a ayudarte a encontrar cualquier cosa o dirección, y sus paisajes… ¡ay sus paisajes! difíciles de describir porque son únicos en el planeta. Su contraste volcánico y a la vez verde, su gastronomía, muy peculiar y sana, el clima agradable día y noche.
Recorrimos toda la Isla, desde Santa Cruz de la Palma hasta Punta Gorda, desde Los Llanos de Aridane, al El Remo, a Los Cancajos, desde el puerto de Tazacorte pasando por Tijarafe hasta llegar a la cima del Roque de los Muchachos, a 2.500 metros de altitud.
En esta cima, al bajar del coche y después de caminar unos metros, uno se encuentra con algo parecido al "paraíso", en la cima no lo pude evitar y exclame… ¡Dios existe! porque lo que veían mis ojos era tan hermoso que solo Dios ha podido crearlo.
Miguel Dueñas Muñoz