Sr. Director:
Me sumo a la admiración de muchos españoles por la Secretaria del Juzgado de instrucción número 2 de Colmenar Viejo (Madrid). El grave conflicto que ha planteado en razón de su conciencia para no celebrar bodas de homosexuales, es digno de atención y de respeto.
La objeción de conciencia no es algo nuevo. Se ha planteado muchas veces. ¿Recordamos, por ejemplo, la respuesta que dio San Pedro a los que le conminaron a no predicar? Hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres-dijo-. Un caso no muy lejano es el del Rey Balduino de Bélgica para no sellar la ley del aborto. Es digno de mención el caso de Santo Tomás Moro, Canciller del Reino en Inglaterra, mártir por negarse a firmar en el Parlamento inglés el Acta de Supremacía.
A los musulmanes se les tiene en cuenta en los comedores oficiales su rechazo a ciertas carnes y a los judíos el descanso en sábado; y se respeta también la negación de los testigos de Jehová a las transfusiones de sangre. Todo ello, como consecuencia del derecho básico a la liberta religiosa, que se sustenta en la dignidad humana.
El Senado fue sensato al decir que «las autoridades y funcionarios de todo tipo que, debiendo intervenir en cualquier fase del expediente matrimonial entre personas del mismo sexo, adujesen razones de conciencia para no hacerlo, tendrán derecho a abstenerse de actuar». En Canadá se puede ejercer la objeción de conciencia para casos similares, y lo mismo sucede en la ley danesa sobre uniones homosexuales. Me parece que no es normal lo que pasa en España, el que no se le reconozca el derecho a la objeción de conciencia a la Secretaria del Juzgado de Colmenar Viejo. En el fondo, ¿no es una falta de reconocimiento de la libertad, impropio de países avanzados y democráticos? Ni siquiera se tiene en cuenta que se ha planteado la inconstitucionalidad de la ley del matrimonio homosexual, ni el estudio en contra de prestigiosas instituciones jurídicas de nuestro país. Tampoco se escucha a las asociaciones de homosexuales que discrepan de la corriente del Gobierno y el lobby rosa; ni al Foro de la Familia, que protagonizó una multitudinaria manifestación
María Fernández Vicente
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