Injusta medida, porque es tanto como acusarle de corrupción, cuando en las investigaciones sobre Siemens nunca ha salido su nombre

Ni por la central de Munich, donde fue director general de la División de Telecomunicaciones ni por la central de Siemens España, donde fue presidente. El español que más lejos ha llegado en la primera multinacional de bienes de equipo del mundo, la germana Siemens, es ahora un apestado al que no se le permite ni acercarse a las sedes. Lo cuentan a Hispanidad fuentes de la multinacional, quienes, además, aseguran que el nuevo jefe de Siemens, Peter Löscher, el mismo que le expulsó, primero de su cargo ejecutivo, y luego de su puesto en el todo poderoso Comité de Dirección de la Compañía (Vorstand).

El problema es que Siemens lleva un cuarto de siglo como medalla de oro en la competición para dilucidar cuál es la multinacional más corrupta del planeta. Campeona en materia de sobornos, con pleitos judiciales pendientes en medio mundo, y bajo la lupa de la SEC norteamericana. Así que Löscher se ha propuesto hacer tabla rasa y arramblar con todo el anterior equipo directivo, estuviera o no implicado en sobornos. En esa marea se ha visto envuelto Eduardo Montes. Recordemos que Siemens España, bajo la Presidencia de Francisco Francés, fue condenada en los tribunales por sobornar al Gobierno de Felipe González, y que con la llegada de Montes no hubo más sospechas.

Se trata, por tanto, de una medida injusta, pero Löscher está dispuesto a inmolar a inocentes y culpables, todos juntos en el mismo cajón. Ni que decir tiene que el nuevo presidente de Siemens España, Francisco Belil, no está por la labor de tender una mano a su antiguo superior. En tal caso, al cuello.

Por si todo ello no bastara, Siemens ha comenzado a desmantelar ELASA, la firma aragonesa de componentes de telefonía, que había comprado a AMPER y que en su día se comprometió a convertir en un centro de I D. En Munich saben que España es un país empresarialmente poco solidario, es más, cainita, por lo que, a pesar de ser uno de los grandes mercados -en ningún país de Europa se ha tratado tan bien a Siemens como en España- se puede permitir el lujo de aumentar el desempleo en la piel de toro sin que disminuyan sus pedidos de AVE, material sanitario para el INSALUD, redes de telefonía, etc.

Y recuerden: en el Olimpo están prohibidas las lágrimas.