Mientras, desde Alemania, Piëch se empeña en no escuchar ofertas de compra

Erich Schmitt, presidente de SEAT, cumplió el 31 de diciembre 61 años de edad. Schmitt nació el 31 de diciembre de 1946 en Giessen (Alemania), y es un ingeniero alemán al 200%. Ingresó en Adam OPEL en 1969, donde desempeñó  varios cargos. En 1990 se trasladó a la filial de General Motors en Vauxhall (Reino Unido), desde donde dirigió, durante dos años, las compras de componentes eléctricos y electrónicos de GM para toda Europa. Ingresó en Audi en 1992 (curiosamente huyendo de Súper López) y desde 1997 ejerció como jefe de compras y responsable de Audi en China.

El todopoderoso Paco García Sanz -el único español en la cúpula de Volkswagen- le propuso como Presidenciable de SEAT en lugar del histriónico, aunque eficaz, preferido de Ferdinand Piëch,  Pino Tartaglione, simplemente para quitarse de en medio a un colaborador incómodo.

En cualquier caso el estoico Schmitt lleva quince meses al frente de SEAT y todavía la compañía no ha levantado cabeza. Cierto es que se deja la vida en el empeño. Su reciente desvanecimiento en plena reunión de dirección es, cuando menos, encomiable como responsable sacrificado. En cualquier caso alguien que convoca a su equipo el 31 de diciembre. San Silvestre, fin de año, su cumpleaños, lunes y puente, a las 7:30 de la mañana... no es de este mundo.

Sin embargo, las cuentas continúan sin salir y desde Alemania presionan. Esa presión ha forzado que el presidente haya enturbiado, aun más, las relaciones de SEAT con su entorno. Ahora ha fulminado a su ex director en México, Carlos López, por ser creativo en los números de la filial con más éxito, pero los males endémicos siguen en SEAT. En 2007 la firma cerrará en el cuarto lugar por ventas en España, cuando todo lo que no sea liderazgo en casa, en España, sólo puede considerarse un fracaso para SEAT.

Se funciona a la desesperada. Jörn Hinrichs, director de marketing de SEAT, pagó un dineral (hay quien todavía se ríe del dineral) a Shakira por un anuncio filmado en sus vacaciones y un leve soporte promocional: no sirvió para nada y hay abierta una investigación financiera al respecto.

De todo esto, la plantilla no se entera y es la que más tiene que perder.

La única esperanza es que pronto llegue Porsche (Piëch) y ponga en venta a SEAT. Que la ponga en venta, no que la cierre. De momento hay quien quiere comprarla, opciones españoles que mantendrían la marca, que es donde VW no ha querido invertir. Lo malo es que, si tardan mucho, la venta se pondrá más difícil. Por el momento, Piëch, un hombre al que siempre le caído gorda la filial española, sigue empeñado en no escuchar ofertas de compra.