El presidente norteamericano Barack Obama pretende que en las Juntas de las grandes compañías los accionistas sean informados sobre el sueldo de los ejecutivos y puedan opinar sobre los mismos.

Como los americanos son íntimos de las locuciones, denominan a esa formula say for pay, decir, u opinar por pagar.

No está mal. En Europa aún seguimos obligando a que los consejeros, que no los directivos, informen sobre lo que cobran a posteriori, y en algunos países, como España, no de forma individualizada sino colectiva: por un lado los consejeros ejecutivos, por otro, el resto.

Pero tampoco la loable pretensión de Obama es suficiente. Los accionistas son propietarios de la empresa, y lo lógico es que sea el propietario quien le ofrezca el salario a sus trabajadores y administradores. En la batalla por el alma del capitalismo y en la batalla, por evitar los abusos que han colaborado a la actual crisis económica, este medida es esencial. Y no hace falta más que un decreto, o, para las empresas cotizadas, una mera directriz de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Eulogio López

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