El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, no atraviesa su mejor momento. Durante la formación del Tripartito catalán, que acaba de echar a andar, jugó con el Presidente del Gobierno, con CiU, y hasta el último minuto, para conseguir la socio-vergencia. Es decir, intentó que el PSC no rompiera el pacto ZP-Mas. Al final, se impuso José Montilla, el primer socialista que ha abofeteado a ZP y, e paso, a Rubalcaba.

El fracaso del ministro del Interior es más grave de lo que parece, porque Rubalcaba es el principal asesor de ZP en el segundo capítulo : alianza del PSOE y del PNV en Euskadi para orillar a Batasuna en el País Vasco y al Partido Popular en el resto del Estado. Pero tampoco aquí las cosas marchan como estaba previsto, porque a muchos votantes, y cargos, socialistas no les gusta tanta cesión ante los terroristas.

Y el desastre de Rubalcaba en Cataluña se amplia al tejido empresarial catalán. Por ejemplo, a La Caixa. No es ningún secreto que el presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau es más partidario de un Tripartito dirigido por Montilla que del pacto PSC-CiU. No es ningún secreto, que este pacto contentaba más al presidente de La Caixa, Ricardo Fornesa, y a su director general, Isidro Fainé. Sin embargo, a pesar de la fama adquirida durante la OPA de E.ON, Montilla es menos intervencionista de lo que parece y no piensa alentar ninguna campaña política contra La Caixa. Y ERC tampoco, Como dice el inefable Puigcercós: Nunca conseguiremos la independencia si los castellanohablantes no la solicitan. Una forma de explicar que ERC no puede perder su oportunidad de hundir a CiU, con puestas en escena ultranacionalistas, es decir, con carodadas.

Además, las elecciones corren el peligro de hacer saltar el pacto entre el presidente de La Caixa, Ricardo Fornesa, y el de Repsol, Antonio Brufau, tras la salida de este de la entidad catalana. En pocas palabras, se suponía que Repsol y GN pasaban a ser competencia de Antonio Brufau y todo lo demás era cosa del presidente Fornesa y el director general Fainé. De hecho, esta era la lectura de la anunciada formación de una corporación industrial en La Caixa. Sin embargo, el terremoto político del nuevo Tripartito, así como la OPA de E.ON, han provocado una pequeña conmoción en un pacto que, por el momento, parecía muy firme.